Tal vez no era el regalo de Navidad que muchas entidades estatales esperaban, pero lo cierto es que al Ministerio de Hacienda no le tocó otro remedio diferente al de sacar la tijera con el fin de cumplir con lo que estipula la regla fiscal. Ayer, la propia Casa de Nariño informó que había decidido recortar en cuatro billones de pesos el presupuesto establecido para el 2017, con lo cual el saldo en rojo de las finanzas del Gobierno Central quedaría dentro de lo previsto inicialmente.
La causa primordial de la decisión fue la convicción de que la Dian no cumplirá con la meta de recaudo establecida para el presente año. Frente a una proyección que hablaba de un aumento del 12 por ciento en los ingresos provenientes de impuestos, todo apunta a una mejora del alza del 8 por ciento. A pesar de la reforma tributaria aprobada hace doce meses, la debilidad en la marcha de la economía resultó ser un obstáculo formidable.
De la suma peluqueada, la mayor parte (1,8 billones de pesos) corresponde a funcionamiento, mientras que 1,4 billones adicionales salen de menores pagos en intereses y amortizaciones de deuda. El saldo, de 0,8 billones, corresponde a partidas de inversión que no se habían alcanzado a apropiar.
No obstante, más allá de los detalles, la administración Santos aprovechó la oportunidad para dejar en claro que está dispuesta a apretarse el cinturón con el fin de mantener la casa en orden. Tras la reciente decisión de la firma calificadora de riesgo Standard and Poor’s de recortar la nota del país, el mensaje de austeridad debería ser interpretado como un gesto de responsabilidad que evitará nuevas rebajas o perspectivas negativas, al menos en los meses que vienen.
En su mensaje, el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, señaló que el tijeretazo servirá para apuntalar la confianza de los inversionistas foráneos en Colombia. Quien llegue a sucederlo en agosto deberá pensar muy bien las eventuales consecuencias de apartarse de esa línea.