Si a finales del año pasado, alguien se hubiera atrevido a pronosticar que el peso se fortalecería de manera importante frente al dólar en los primeros días del 2018, seguramente habría recibido miradas de incredulidad. A fin de cuentas, propios y extraños hablaban de que el viento soplaba en favor del billete verde, por cuenta del vigor de la economía estadounidense y la reforma fiscal de Trump.
Sin embargo, nadie veía en el horizonte inmediato un repunte en el precio del petróleo, que hoy supera en 28 por ciento la cotización que tenía hace doce meses. Debido a ello, los ingresos externos del país deberían crecer, variando de manera fundamental la perspectiva de la oferta de divisas.
La expresión más clara de la nueva realidad la da la tasa representativa del mercado, que arranca la jornada en 2.836 pesos. En algo más de dos semanas, la revaluación de la moneda nacional es cercana al 5 por ciento, lo cual le altera las cuentas tanto a los exportadores como a los que traen bienes del exterior.
El caso más inquietante, por ahora, es el del café. La carga del grano, que el pasado 29 de diciembre se pagaba en 776.000 pesos, ahora está en 742.000, lo que equivale a una baja del 4,4 por ciento. Si bien la actual no es época de cosecha, por lo cual el número de afectados es relativamente menor, los cultivadores empiezan a fruncir el ceño. De prolongarse la situación actual, las aguas se pueden agitar y más cuando en plena época electoral hay tanto candidato pescando en río revuelto.
Tampoco están contentos otros sectores agrícolas como floricultores y bananeros, cuyos costos en pesos suben y que reciben menos al monetizar lo que venden afuera. Otra cara es la que tienen los importadores, que ven la posibilidad de rebajar precios o ampliar márgenes, tras varios ejercicios difíciles.
Y si bien los consumidores pueden verse beneficiados, es indudable que no todos ganan con el dólar barato. Por eso hay que comenzar a hacer sumas y restas, con la esperanza de que el saldo neto sea positivo.