Son curiosos los contrastes que se observan por estos días, cuando al escuchar los comentarios de algunas personas que se supone informadas y comentaristas económicos se terminaría pensando que estamos en una situación de grave crisis y ven el año que viene con gran pesimismo. Se habla del posible retiro de empresas extranjeras y los temores por el colapso de compañías que, en su opinión, no tienen posibilidad de atravesar el momento actual.
Por contraste, si uno se asoma a un centro comercial en cualquier ciudad y estrato ve que no cabe la gente, el turismo anuncia que este va a ser uno de sus mejores años, los restaurantes no dan abasto y parecería que el comercio tuvo una buena temporada navideña.
Muy posiblemente, en estos tiempos de la posverdad, ni lo uno ni lo otro representa lo que en realidad ocurre. No hay duda de que la economía se ha desacelerado, pero estamos lejos de sufrir una recesión. Es cierto que la cartera de los bancos no sube al 15 %, como venía haciéndolo, pero se incrementa al 8%, lo cual supone un crecimiento real.
La reforma tributaria se aprobó y, sin entrar en su contenido, lo cierto es que lo más complejo que le hubiera pasado al país era que esta no se aprobara, pues esto supondría, muy probablemente, una pérdida del grado de inversión y una corrida de la inversión extranjera, que hoy es dueña de cerca del 30 % de la deuda pública.
De otra parte, la inflación se está controlando de nuevo y la elección de Juan José Echavarría como gerente del Banco de la República da tranquilidad en cuanto a que se seguirá con un manejo responsable de la política monetaria. El petróleo, de otra parte, ha tenido incrementos importantes en sus precios y las petroleras, que ya hicieron su ajuste a las nuevas realidades, comienzan a anunciar nuevas inversiones.
La revolución que se está llevando a cabo en el país en materia de infraestructura empieza a ser realidad tanto en lo relacionado con las mejoras en el trasporte y la logística como en la irrigación de recursos en la economía, cuando, ya con cierre financiero, al menos la mayor parte de los proyectos de la llamada ‘primera ola’, inicia a demandar insumos y mano de obra.
De igual manera, son muchas las empresas que empiezan a aprovechar el ajuste cambiario y en sectores como el de confecciones o servicios –como el turismo– se ven los efectos de la competitividad ganada por la tasa de cambio. Situación que, de otra parte, se refleja en una reducción de las importaciones de muchos sectores y en un menor déficit de la balanza comercial.
En fin, son muchos los indicadores que contrarrestan esa visión pesimista que se apodera de algunos. No es fácil el momento. En eso no hay discusión, pero hay que mirar las cosas en perspectiva y ver que también son muchas las oportunidades y que la economía colombiana ha logrado un aterrizaje suave después de ese periodo tan atípico que marcó los último diez años con el boom de los productos básicos. Hay dificultades, y, sin embargo, la situación debería ser manejable.
Consultor privado
rvillavecesp@gmail.com
ricardo villaveces
Contrastes
son muchos los indicadores que contrarrestan esa visión pesimista que se apodera de algunos. No es fácil el momento.
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Ricardo Villaveces P.
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