Giuseppi Grillo es un orate cuerdo que instala reyes. De talentoso artista de la farsa, ha pasado a ser el árbitro de la política italiana y fabricante de una bomba que le estalló en la cara al establecimiento romano. El 35 % de los votos de su novato movimiento 5 Estrellas era lo que obtenía la Democracia Cristiana en tiempos de hegemonía.
El cómico escaló hacía el estrellato montado en su mordaz crítica a los pecados seculares de la política de Italia, después de haber sido encontrado culpable de homicidio involuntario al accidentarse en una carretera cubierta de hielo, que lo inhabilitó para hacerse elegir. Durante los 35 años siguientes arremetió sin pausa contra el desperdicio, la polución y, sobre todo, contra la corrupción política encamada con el sector privado y la mafia. Fue el modelo para Jaime Garzón.
A Beppo lo inflama la injusticia. Catón y Savonarola a la vez, la emprendió contra las mentiras y las trampas de poderosos con nombres y apellidos. Hizo reflexionar e indignar. Los partidos tradicionales no lo vieron venir y al día de hoy no acaban de entender su movimiento amorfo. La presencia de Grillo la sienten todos sus diputados. Y como queriendo subrayar la incoherencia de la política, ha formado un gobierno con un partido de derecha, nada afín con sus ideas.
La televisión italiana después de estar repartida por partidos o grupos, como lo fue y es la colombiana, fue colonizada al abrirse por la vulgaridad y las tetas grandes. En ese ambiente, Beppo pudo decir cualquier cosa, y las dijo.
A Craxi, el socialista en el poder antes de Berlusconi, lo llamo ladrón y corrompido, explicando el porqué en lenguaje subido. Con Il Cavaliere se dio un banquete. Su fuerza ha sido el asco de los italianos con las mafias y la corrupción atávica de la política.
Deseosos de una Segunda República, más sana y más moderna, lo adoptaron como el portavoz de los compatriotas a los que el gobierno no oía.
Al final, Beppo, rico y descomedido, desordenado en su vida personal y avaro, decidió hacer política y populismo. Aparte de teatro y de televisión, a veces restringida por el poder, se montó, en un golpe de genio, desde el primer momento en internet.
Quiso llegar sin intermediarios. Después de todo, los políticos solo se representan a sí mismos. Su objetivo: volver trizas el sistema.
Es el nuevo modelo de democracia directa que Beppo y sus colaboradores perfeccionaron para beneficio especialmente de los jóvenes, que en Italia son los más indignados e incomprendidos por el establecimiento.
Internet ha sido arma letal. Montó una plataforma conectada a su blog, a sus videos y a los chats de centenares de miles de receptores ávidos de protestar como lo habían hecho por las armas las Brigate Rosse de otra generación.
Con su plataforma, Beppo lanzó en el 2007 el Vaffanculo-Day (mejor no traducir), que llevó a 5 Estrellas a obtener el 25 por ciento en su primera salida a las urnas del 2013.
Lo que siguió está ahora en el Palazzo Montecitorio: son voces múltiples que atraviesan ideologías. Petro tiene mucho de Beppo en la trayectoria y en el exitosísimo uso de la web dirigida a los jóvenes. Colombia evitará el 5 Estrellas por las virtudes del candidato Iván, el agradecimiento con Uribe y la ruina venezolana, pero el futuro está por verse.