En la columna de El Tiempo (junio 17) titulada ‘Si hay tela’, el doctor Alberto Carrasquilla reseña que es una ventaja colombiana el tener una cantidad de propuestas en las cuales se analizan y presentan soluciones a diversos temas de la problemática económica y social de la nación, pensamiento que comparto totalmente.
El volumen y la calidad de los análisis son fruto de un esfuerzo de profesionales serios por hacer un diagnóstico sobre los diversos temas que –en opinión de ellos– nos aquejan, y contrasta en lo cualitativo con lo que se produce en países vecinos.
La columna me recordó un libro publicado hace 15 años: The Paradox of Choice, escrito por Barry Shwarzt, profesor de psicología en Swarthmore College. Habla de que, a pesar de que la sabiduría convencional enseña que no hay tal cosa como demasiadas opciones, algunos estudios concluyen que un sobrepeso de las mismas puede paralizar a la gente e impedirle la toma de decisiones, lo que tendría como consecuencia que no importa la alternativa que se escoja, siempre habrá el temor de que esta sea inferior a una de las otras alternativas.
No envidio a los profesionales que van a asumir la responsabilidad de gobernar en breves días. Admiro, además, la voluntad de servicio que demuestran. Hay una enorme dificultad para atraer al sector público profesionales con excelentes credenciales y con el deseo de aportar al bienestar colectivo, pues –al asumir la responsabilidad de aceptar un cargo público– corren un riesgo imposible de cubrir.
Mi reflexión obligada es que el ejercicio del servicio público tiene necesariamente aversión al riesgo. Esto hace que, ante la necesidad de tomar una decisión, el ejecutor tienda a paralizarse por el solo miedo. Esto se conoce como ‘análisis-parálisis’. Es imperativo que la tentación de evitar las decisiones lleve a hacer un estudio más.
Un ejemplo de uno solo de los problemas que requiere atención con urgencia es determinar cuál de las soluciones planteadas se debe escoger para resolver el desempleo y el subempleo que afectan más a los jóvenes. Estos últimos, una vez terminan sus estudios superiores, encuentran que el sistema educativo se ha desarrollado a la vez que el mercado laboral se ha estancado.
Lo anterior ha sido el motor de manifestaciones como la de los ‘indignados’ en España, la rebelión en Grecia, los ocupantes de Wall Street y la Primavera Árabe en Medio Oriente, por mencionar solo las más conocidas.
Fortalecer el Sena y presentarlo como alternativa a carreras universitarias creando un programa de prácticas en la industria y el comercio; crear un servicio social obligatorio o crear un requisito de refrendación de título con práctica rural son algunas de las soluciones que se me vienen a la cabeza. Estas, y otras, con seguridad tienen estudios que las sustenten.
No podemos seguir posponiendo decisiones fundamentales para lograr el cambio de la anterior problemática y de la infinidad de realidades que en lo social y lo económico prevalecen en el país.
Tener un cúmulo tan grande de estudios no puede ser de ninguna manera una excusa para posponer la ejecución de planes indispensables.