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Café e interés nacional

El grano de origen arábigo fue uno de los pilares de la economía colombiana en el siglo pasado y afo

Santiago Araoz-Fraser
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Santiago Araoz-Fraser

El grano de origen arábigo fue uno de los pilares de la economía colombiana en el siglo pasado y afortunadamente regresa, pues ya es un bien básico o commodity con precios que superan su punto de equilibrio en el proceso productivo y que han resistido el colapso de la economía globalizada, que significa una reducción generalizada de los consumos. En ese contexto, la defensa del bien emblemático de nuestra marca-país se confunde con lograr, cada vez más, una participación creciente desde la poscosecha hasta las últimas etapas de la distribución final. Todo para que se aumente la influencia y utilidades de los cerca de 500.000 colombianos que dependen del aroma colombiano.

Es un axioma en el sector agroalimentario que el promedio del precio al consumidor se distribuye aproximadamente así: 15% para el productor, 35% en insumos y costos varios, incluyendo el uso de la tierra, y un gran 50% para la cadena de comercialización.

Esto aplicado al café representa que se ha trabajado en alta proporción para los tostadores, comercializadores y distribuidores finales. En consecuencia, la propuesta del Presidente de la Federación de Cafeteros de aprovechar la coyuntura de Wall Street para la compra de acciones de Starbucks es estratégica y oportuna, siempre que sea el resultado de un modelo basado en un estudio profundo y consistente, que incluya posibles escenarios futuros con sus respectivas sensibilidades.

Al respecto es bueno consultar la obra del economista Friedrich List (1789-1846), quien es considerado clave para el milagro alemán por sus aportes a la defensa del interés nacional, que con mucha frecuencia es la defensa de las ventajas comparativas y competitivas de los países, regiones y ciudades.

Starbucks Coffee Company es una cadena de puntos de venta que nació en la ciudad de Seattle en 1971, y se inspiró en los italianos Expresso Bars, popularizándolos a nivel mundial hasta llegar en los últimos años a 9.200 establecimientos en más de 36 países.

Sin embargo, según la revista The Economist, en el tercer trimestre del 2008 produjo una caída de utilidades netas del 97 por ciento, comparada con el mismo periodo del 2007, con problemas de sobre expansión de sus locales excelentemente ubicados. Luego de creada la necesidad, sus precios son muy altos; tanto, que una taza grande de café llega a los 5 dólares, mientras en las tiendas Juan Valdez pagamos algo más de un dólar.

En ese contexto, existe una oportunidad que puede ser única para comprar de ocasión un porcentaje de acciones (a un precio cercano a 7 dólares), para influir por dentro y reorientar la cadena hacia el futuro predecible. Ojalá lo anterior se convierta en un sólido propósito nacional que beneficie al colombiano del común como ocurrió con Ecopetrol. Adicionalmente, es bueno recordar que hasta los años noventa existieron dos pactos de países productores, importantes para mantener altos los precios, en su orden la Opep y el cafetero. Su desmonte afectó seriamente la economía del grano que tardó casi dos décadas en recuperarse.

Esta iniciativa, liderada constructivamente, puede ser el inicio de una nueva etapa de racionalización de la oferta mundial.

santiago_araoz@hotmail.com

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