Estamos cerca de las elecciones de alcaldes y concejales en un país dinámico y con características atractivas para la inversión internacional, donde la campaña ha mostrado pocos planteamientos de fondo y tiene un cierto sabor a déja vu, pues compiten tres notables ex alcaldes, mientras la imaginación creadora escasea.
Al respecto hay un bagaje teórico conceptual que considera la urbanización como uno de los cambios más significativos en el proceso histórico, puesto que el paso de lo rural a lo urbano crea una estructura social y un mercado en crecimiento con nuevas funciones para las ciudades.
Ese tránsito ha sido vertiginoso: en el siglo XX se pasó de una población urbana de cerca del 30% a 70%.
Esa tendencia continúa y así lo registran las Naciones Unidas, pues se prevé que en las próximas décadas los países desarrollados distribuirán su mano de obra activa así: 2% en el sector agropecuario, 8% en el industrial y 90% en el de servicios, con énfasis en los de carácter personal.
Se encuentran avances hacia la ‘Bogotá que queremos’, partiendo del análisis de las cuatro grandes funciones de los centros urbanos:
1. La ciudad en relación con sus habitantes: se trata de identificar y actuar en el cómo y para quién mejorar las condiciones de vida.
Para el efecto, son muy significativas las propuestas sobre el empleo, la desigualdad y los derechos humanos en general.
2. Bogotá, como conglomerado humano y centro de una región geográfica dinámica que puede asimilarse al altiplano cundiboyacense y/o al Distrito Capital, con temas vigentes como el tren de cercanías, la reubicación industrial por la reducción tributaria y la competencia por los recursos escasos (en especial el agua), debe negociar con todos y cada uno de los municipios aledaños en la búsqueda del bienestar general.
3. Dada su condición de capital de los colombianos, Bogotá debe pensar, sentir y actuar con ‘astucia de estadista’ en beneficio de los compatriotas y convertirse en un centro de innovación que estimule y practique la creatividad con equidad regional.
4. Bogotá, tal como se evidenció en el Mundial Sub-20, desempeña una función internacional. Tiene un rol externo por su estratégica localización planetaria, pues es el polo de la esquina norte de Suramérica y, como tal, le corresponde actuar como eje cultural, económico y aun político de un territorio amplio, favoreciendo la productividad y la competitividad.
En consecuencia, es indispensable superar lo local e inmediato y pensar con grandeza y generosidad con todos los colombianos y con nuestros hermanos de los países vecinos.
En suma Colombia, un país de ciudades, cuenta con Bogotá, Medellín, Cali, y las conurbaciones de la Costa Atlántica y de la Zona Cafetera.
Para maximizar los resultados, debemos escoger responsablemente al candidato que con honestidad garantice la mejor gestión frente a las cuatro funciones mencionadas, y como electores, participar en las etapas de la gestión pública, en especial, frente a la rendición de cuentas.