Duque es el candidato más carismático de la contienda, si no el único. Sus refinados ademanes, dominio de la retórica y juventud, lo constituyen como la revelación del momento. Además representa la cara humana y bondadosa -de un partido poco humano y bondadoso-. Sin lugar a duda, Duque está de moda, o al menos así lo reportan varios medios: 'el hombre del momento', 'el fenómeno', 'el bacán' el 'de risa fácil'.
(Lea: Así fue el cierre de campaña de los candidatos presidenciales).
Pero hasta el 'hombre del momento' enfrenta grandes desafíos. En este sentido, Duque deberá desarrollar estrategias que le permitan balancear su fresca y joven imagen con su discurso tildado de 'prehistórico', catalogado como 'un joven de las cavernas'. Interesante es, que el electorado más apartado de la campaña de Duque son los jóvenes, pues son pocos los que le han expresado su apoyo.
El perentorio éxito de su campaña se puede explicar en tres razones: el NO, el candidato antecesor del Centro Democrático, y el llamado ‘factor Petro’. En primera instancia, el NO agilizó el retorno de la centro derecha al escenario electoral. Cualquiera que hubiese sido designado como el representante del partido Centro Democrático, tenía de antemano el terreno abonado. Pero también hay que considerar la comparación entre Duque con el anterior candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, para quien el carisma es una de sus grandes carencias. Y está también el ‘factor Petro’. La agravada polarización política del país conllevó a que la población se manifestara en contra de la izquierda a través de una masiva votación en la gran consulta por Colombia el pasado 11 de marzo por miedo a una ‘venezonalización’ y un eventual advenimiento del castrochavismo en el país.
Si bien este joven abogado de 42 años tiene una trayectoria intachable, en algunas de sus apariciones públicas en los medios es posible constatar lo que sus contradictores más le critican: su falta de experiencia. Finalmente, Duque tiene que hablarle a distintos interlocutores, entre los cuales se destacan: sus raíces liberales, su jefe inmediato el expresidente Uribe, los electores del NO, los antipetristas, los conservadores y hasta los líderes de la misión carismática.
Pese a lo anterior, las propuestas de Duque son coherentes con el partido que representa. Estas oscilan entre prohibir en la Constitución la existencia del narcotráfico como delito conexo, restaurar la moral de las Fuerzas Militares y diversificar el número de socios comerciales y oferta exportable. Pero Duque también maneja un discurso social. Busca promover la equidad y empoderamiento de la mujer, garantizar educación gratuita universitaria a los estratos 1 y 2 y mejoramiento de la vivienda popular.
El cierre de campaña del candidato no dejó bien plantado al político 'revelación' de la contienda. En su discurso, Duque omitió su tono moderado y en cambio adoptó el clásico discurso veintejuliero, un tanto desafinado y desafiante. Así que si Duque sueña en convertirse en el próximo Macron Latinoamericano -Macron sin embargo, llegó al poder sin ayuda de un padrinazgo político- deberá emanciparse de lo retrógrado y obsoleto para volver a su intelecto y buenas maneras. La tarea no le será fácil.
María Catalina Monroy Hernández
Profesora principal Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad del Rosario