Están por todas partes en París. Frente al Museo del Louvre, bajo la Torre Eiffel, en los Jardines de Luxemburgo, delante de hoteles de lujo y grandes mansiones. A veces hasta en parqueaderos.
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Las ‘bodas falsas’ son una tradición relativamente reciente, que alimenta una lucrativa rama de la industria del turismo y se extiende no solo alrededor de la ciudad más romántica del mundo, sino a muchos otros lugares de Francia, Gran Bretaña, Grecia, Italia y otros países europeos.
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Viajando de muchas partes de Asia, incluyendo Hong Kong, Singapur, Japón, Indonesia y Malasia, parejas de novios llegan por cientos todos los meses a posar en trajes de boda para fotos románticas en lugares famosos y últimamente en otros menos conocidos.
En París son tan omnipresentes como los vendedores ambulantes.
Aunque parecen recién casados en sus vestidos de novia blancos, velos, smokings, flores y demás accesorios nupciales, lo que hacen es una ‘pre-boda’ cuyo objetivo son las fotos.
El matrimonio real se lleva a cabo en sus países respectivos, a veces meses después, donde mostrar los retratos en carteles, diapositivas y videos en grandes pantallas es parte importante de la celebración.
“La mayoría de las parejas toman las fotos meses antes de la boda y puede ser un proceso complicado y arduo, que exige días de esfuerzo, numerosos cambios de vestuario, lugares exóticos y un gran presupuesto, que puede llegar hasta los 15.000 dólares ($45 millones)", según Li Zhaoping, de la Universidad Saimaa en China, quien realizó una investigación sobre el tema.
“A diferencia de las parejas occidentales que buscan fotos de bodas que capturan momentos reales, las parejas asiáticas quieren fotos elaboradas que reflejen sus fantasías románticas”. En realidad, no es una moda nueva. Parejas asiáticas prósperas lo han hecho durante años. Lo nuevo es que, gracias a los viajes más baratos, su número ha ido creciendo constantemente, creando una industria próspera que ahora ofrece uno o varios fotógrafos, más opciones de sitios románticos por toda Europa y mucho más que simples fotos.
Floristas, peluqueros, maquilladores, vestidos de fiesta y zapatos de grandes marcas, limusinas y autos antiguos son parte de los paquetes destinados a cumplir los sueños más románticos de las parejas, al menos en imágenes.
Un artículo en Le Monde sobre la peculiar tradición informa que hay varias “agencias de bodas” en París, donde las parejas pueden alquilar vestidos rojos (tradicionales de China) o vestidos de novia blancos “a la Parisienne”, así como joyas, encajes, velos, y todo el resto de necesidades.
Muchos optan por cambiarse de trajes varias veces y aparecer en atuendos glamorosos para obtener imágenes de ensueño contra fondos románticos como los arrecifes de Dover en Inglaterra, los campos de lavanda en el sur de Francia, la isla de Santorini en Grecia o el Big Ben en Londres.
Algunos de los servicios ofrecen elaboradas sesiones que pueden durar varios días, con fotos en extravagantes vestidos de fiesta en lugares como estaciones de esquí famosas para obtener fotos con la nieve o donde se filmaron películas o series de televisión populares. El diario South China Morning Post publicó un artículo sobre lo que denomina El efecto Downton Abbey, donde explica que “cientos de parejas de clase media, entusiastas del popular drama de televisión, vuelan a Gran Bretaña y gastan miles de libras para contratar equipos de fotógrafos y hacer rodajes en lugares como Oxford, Cambridge, Brighton y York”.
La tendencia, según el periódico, se ha visto impulsada en parte por la popularidad de Downton Abbey, que atrajo a 160 millones de espectadores en China, y por un popular cantante y actor chino, Jay Chou, que se casó en la abadía de Selby de Yorkshire y luego hizo una recepción en el Castillo Howard, donde se filmó otra conocida serie de televisión.
Un día de fotos dentro y fuera del castillo cuesta £5.000 ($20 millones). Un carruaje con un caballo cuesta otros £ 550 ($2,2 millones). Un paquete promedio comienza en €1.000 ($3,6 millones) para fotos nupciales básicas en un monumento como la torre Eiffel. Agregar una o dos ubicaciones más puede costar entre €500 y €1,000, según la distancia.
“En una sofocante tarde de julio”, describe el South China Morning Post, “una pareja pasa cuatro horas besándose fervientemente, caminando tomados de la mano, haciendo poses de estrellas de cine y corriendo a través del campo de lavanda en lo que parece una sesión agotadora. Para una serie de fotos el novio lleva a su prometida en brazos por 30 pasos”.
Según Le Monde, la floreciente industria de servicios ‘pre boda’ en Francia, “patria del romanticismo donde parejas pueden tomarse fotos corriendo entre palomas frente a la catedral de Notre Dame, bailando en un jardín francés, navegando en el Sena frente a la torre Eiffel iluminada, en un castillo del siglo XV o entre campos de lavanda” le representa al país más de un billón de euros de entradas anuales.
Cecilia Rodríguez
Luxemburgo