La situación de la deuda externa de la región latinoamericana actualmente pasa desapercibida. No obstante, en general, los montos de esta deuda prácticamente se han duplicado en los pasados 12 años, lo que hace evidente que el problema de la dependencia de estos fondos para los países de la región se ha acrecentado notablemente. Sin embargo, al no ser problema para los acreedores, esta situación no ocupa los grandes titulares de la prensa internacional, como si se hizo a partir de agosto de 1982 cuando México declaró moratoria de pagos y comienza la denominada “década perdida” en América Latina y el Caribe.
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Con base en cifras dadas a conocer sobre la situación fiscal y de deuda de los países latinoamericanos, por parte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, y dando énfasis en los países de la Alianza del Pacífico, es posible advertir que a partir de 2014, las cifras de la deuda han tendido a dispararse. Los números indican que el peso de la deuda en función del producto interno bruto (PIB) de 2014 a 2018, en Chile pasó de 58 al 60%; en Colombia de 27 al 39 %; en México, de 22 a 38%, en tanto que en Perú, el cambió fue de 32 a 36 %.
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En cuanto a totales de deuda externa, Chile, para 2018 completa 188.000 millones de dólares; Colombia 132,000 millones de dólares; México 467,000 millones de dólares; y Perú, 82,000 millones de dólares. Es notable cómo la economía mexicana aparece más endeudada en términos absolutos, pero por ello, el indicador de deuda como porcentaje de PIB, permite hacer comparaciones entre países, más que trabajar con valores absolutos.
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Para referencia histórica véase cómo en 1989, el total de la deuda externa de la región se situaba en 416,000 millones. Desde luego que se trata de dólares corrientes, pero aún con ello, al día de hoy, sólo la deuda mexicana supera dicho monto que en su momento fue el total regional. Cuando se tuvo notable revaluación de las monedas y era más factible pagar la deuda –los dólares estaban baratos, período de 2003 a 2013-2014- esas acciones no se tomaron. La región ha implementado más bien políticas pro-cíclicas que no ayudan a que los efectos de las crisis sean un poco moderados.
A raíz de la caída de los precios de las materia primas para las exportaciones latinoamericanas, 2013-2014, se tuvo mayor descenso de los términos de intercambio –algo ya previsto estructuralmente desde el teorema Singer-Prebisch. A ello se une el fenómeno de general devaluación de las monedas, lo que obligó a recurrir a créditos, recursos frescos, esto es mayor endeudamiento a fin de ir capeando el temporal de las crisis fiscales de los gobiernos.
El panorama actual es de mayor vulnerabilidad macroeconómica. En ello influyen los montos de deuda, la devaluación, que está provocando “importación de inflación”, y la caída de los términos de intercambio. A ello se agrega que el papel de los gobiernos, pro-cíclicos, es el de austeridad, en lugar de impulso expansivo que más se necesita y que ayudaría a tratar de menguar los efectos negativos de las condiciones actuales.
Giovanni E. Reyes,
Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.
Profesor Titular y Director de la Maestría en Dirección de la Universidad del Rosario.