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MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Carlos

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Harry Adler
Análisis 

Qué información suministra el mercado de bono sobre las acciones 

Desde finales del año pasado ha venido acentuándose el malestar por una desaceleración en muchas partes del mundo.

Harry Adler
POR:
Harry Adler

Por simples cuestiones de riesgo, normalmente se espera un mayor rendimiento por una inversión de más largo plazo. Pero el 22 de marzo pasado, el mercado de bonos en Estados Unidos tuvo síntomas de un problema de relación de pareja.

En efecto, en un momento dado las notas del Tesoro con vencimiento a tres meses llegaron a ofrecer un rendimiento superior en 0,02 por ciento en relación con el de los bonos a diez años (2,47 por ciento vs. 2,45 por ciento, respectivamente). No ocurría desde el periodo comprendido entre finales del 2006 y comienzos del 2007, cerca de un año antes de que comenzara la última y gran recesión.

Los medios, por supuesto, no perdieron tiempo en propagar la noticia, sembrando la duda de si había llegado el momento de desprenderse de todo lo referente a la renta variable.

Históricamente, una curva de intereses invertida –tal como se conoce esa disfunción– ha demostrado ser emisaria de malos augurios. En efecto, y según un estudio realizado por el Banco de la Reserva Federal de Cleveland en abril del 2006, desde 1960 hasta ese entonces la curva se había invertido en siete ocasiones, habiéndose producido en seis de ellas una recesión no mucho tiempo después.

Una curva de rendimientos es, en su acepción más frecuente, una representación en un momento dado de los rendimientos de los diferentes bonos emitidos por el Tesoro de Estados Unidos, contra sus vencimientos, que oscilan entre unos pocos meses hasta treinta años.

A partir de los estudios del profesor Campbell Harvey, de la Universidad de Duke, reconocido por sus investigaciones en los años ochenta sobre el poder de predicción de la estructura de las tasas de interés sobre el crecimiento económico, se acepta comúnmente que los diferenciales de la pareja diez años-tres meses son los que mejores resultados producen.

Pero, según sus estudios, una curva debe permanecer invertida más de tres meses en promedio, para que esa señal sea confiable. Una vez que eso ocurre, históricamente la economía ha entrado en recesión entre los nueve a dieciocho meses siguientes.
Fundamentalmente, dos fuerzas inciden en la curva. En la parte izquierda, correspondiente a las tasas de corto plazo, la Reserva Federal, mediante su política monetaria. A la derecha, las de largo plazo, el sentimiento de los inversionistas.

Con respecto a la primera, cabe recordar que la Reserva Federal venía de aumentar su tasa de referencia en siete ocasiones durante los últimos 2 años.

Y en cuanto a la segunda, desde finales del año pasado ha venido acentuándose ese malestar por una desaceleración en muchas partes del mundo, alimentado en parte por algunas posiciones comerciales adoptadas por el señor Trump. Entre sus víctimas figura la renta variable, y en general todo tipo de activos de riesgo, a favor de los bonos del Tesoro, considerados más seguros. Esta creciente demanda por estos últimos ha hecho subir sus precios, y en consecuencia que bajen sus rendimientos.

Tasas de corto plazo en aumento, y un sentimiento a la baja, es la fórmula perfecta para que la curva de intereses comience a aplanarse, y eventualmente se invierta.

Pero una eventual recesión no es la única información que suministra la curva. Para ese banco, es uno de los instrumentos más precisos para hacer proyecciones en economía. “La forma más directa y efectiva de utilizarla”, explican, “es establecer la relación estadística entre su pendiente y el crecimiento futuro”.

Se ha comprobado que así como un diferencial negativo precede un crecimiento negativo, un diferencial positivo precede un crecimiento positivo. Y entre más inclinada la curva, mayor el crecimiento esperado. Entre sus limitaciones, resulta que no es muy efectiva para predecir cifras exactas, y que la correlación de los datos no identifica causa y efecto.

Muchos cuestionamientos se vienen haciendo con respecto a si la relación entre la pendiente de la curva y el ciclo económico sigue alterada por la flexibilización monetaria a que se vieron abocados los bancos centrales a raíz de la crisis del 2008.

Pero en una entrevista reciente en Bloomberg, el profesor Harvey se mostró confiado en su indicador, advirtiendo que aunque su pareja predilecta se ha recuperado, la de 5 años-tres meses permanecía invertida, en contravía con un sorprendentemente buen reporte del producto interno bruto en el primer trimestre del año. “Mi modelo no está pronosticando recesiones, está pronosticando crecimiento. Si la curva se aplana, o se invierte, solo indicará una desaceleración económica”.

Es cierto que, a pesar del historial positivo de la curva al predecir recesiones, en el tema de pronósticos económicos no cabe la palabra certeza. Y mucho menos para establecer qué tanto se podrían caer las acciones.

Por eso, cuando por esos días le pidieron al señor Buffet en la cadena CNBC su opinión al respecto, se mostró muy tranquilo. “La economía, dijo, está creciendo en una forma más lenta, lo cual no significa que vaya a entrar en recesión. En el caso que se produjesen luces rojas intermitentes, seguiríamos invirtiendo de la misma manera”.

Harry Adler
Asesor en inversiones internacionales

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