Es conocido el dicho según el cual las comparaciones son odiosas, pero hay que hacerlas. Ayer el presidente francés Emmanuel Macron habló al finalizar la tarde en el salón principal del Centro de Congresos de Davos y los asistentes a su charla llenaron por completo el auditorio.
En contraste, cuando intervino el mandatario brasileño Michel Temer unas horas antes, fue necesario utilizar grandes biombos para hacer menos evidentes las sillas vacías. Dicha imagen resume a su manera qué región le interesa más a los delegados al Foro Económico Mundial.
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Es verdad que la audiencia es mayoritariamente europea, pero Narendra Modi, el primer ministro de la India, también agotó las localidades cuando dio su discurso el martes. “El mensaje de fondo es que América Latina está en el radar de pocos”, señaló el conocido analista Moisés Naím.
Las razones son, ante todo, prácticas. Los presentes en la población suiza saben que la región pasa por un ciclo electoral intenso, por lo cual habrá que esperar hasta el año que viene a los representantes de los gobiernos que entran.
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A fin de cuentas, llegarán caras diferentes al Palacio de la Moneda en Santiago, al de Planalto en Brasilia, a los Pinos en Ciudad de México y a la Casa de Nariño en Bogotá, entre otros.
En el caso concreto de los chilenos, aunque se sabe que Sebastián Piñera asumirá el poder en pocas semanas, la transición todavía no tiene lugar todavía.
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Por tal razón, despertar el interés es difícil. “Reconozco que Temer está haciendo tareas que nadie creía posible y valoro el fin del conflicto en Colombia, pero lo que llamará la atención es lo que hagan o digan que van a hacer los que vienen en cada país”, subrayó un banquero francés que opera en esta parte del mundo.
Tal vez el único mandatario que llama la atención es Mauricio Macri, quien ayer “despachó” desde la casa de Argentina, un local con la bandera del país austral que está localizado sobre la calle Promenade, la más importante de Davos. El inquilino de la Casa Rosada trae consigo un balance de reformas que es bien recibido, así se le diga que el control a la inflación es una tarea que sigue pendiente, pero todavía no hace su aparición formal en el Foro.
Por su parte, Juan Manuel Santos cumplió con una intensa actividad en un evento en el que siempre ha tenido una presencia destacada. Aparte de su carácter de jefe de Estado, su Premio Nobel le provee una carta de presentación inmediata que le sirve a la imagen internacional de Colombia, así sea claro que le quedan pocos meses en el cargo.
No obstante, hay que insistir en que la actitud de muchos asistentes al Foro Económico es la de esperar a ver qué pasa con Latinoamérica. La única conferencia dedicada exclusivamente a la región no se llenó y, de hecho, tuvo lugar en español en un recinto en donde usualmente el inglés es la lengua franca, pues la proporción de hispanohablantes era ampliamente mayoritaria.
La lucha contra la corrupción y las reformas pendientes, acapararon buena parte de la discusión, además de Venezuela, cuyo caso despertó las intervenciones más contundentes.
Sin embargo, a pesar de que cerca de cuatro millones de ciudadanos del país vecino han emigrado en los últimos años, según el secretario General de la OEA, Luis Almagro, la verdad es que la crisis humanitaria que existe al otro lado de la frontera colombiana es ignorada o desconocida en Davos. Tal como señaló uno de los presentes “este año no fue el nuestro. La mayoría nos ignora y no reconoce ni los avances de uno, ni las dificultades de otros”.
HACIA LA GLOBALIZACIÓN
A pesar de que la visibilidad de América Latina en Davos es una de las más bajas de tiempos recientes, el encuentro sirvió para pasarle revista a la Alianza del Pacífico, el bloque de integración profunda compuesto por Colombia, México, Perú y Chile. Pero en lugar de las presentaciones obvias sobre las promesas del esquema, un almuerzo que tuvo lugar ayer en el hotel Hard Rock de la población suiza sirvió para mirar hacia adelante y trabajar en el camino que viene.
Con la presencia de la primera ministra peruana, Mercedes Aráoz, el secretario de economía mexicano, Ildefonso Guajardo Villarreal y la mincomercio colombiana, María Lorena Gutiérrez, el tema central fue la negociación con los estados asociados: Canadá, Nueva Zelanda, Singapur y Australia. Esta última se hizo presente con su ministro de Comercio, Steven Ciobo.
Precisamente, la nación oceánica será la sede de la segunda ronda de negociación de la membresía ampliada, la próxima semana. La esperanza es que las cosas avancen rápido, debido a que existe un terreno ya recorrido, pues hay tratados ya definidos en más de un caso.
“Lo que queremos es tener mercados más competitivos y generar un desarrollo sostenible que les traiga más beneficios a nuestras poblaciones”, afirmó la ministra Gutiérrez. “Entre los cuatro países estamos trabajando una visión para el 2030 de la Alianza del Pacífico con el apoyo del BID y la Cepal”, agregó.
No obstante, tal vez lo más llamativo de la reunión fue la ratificación por parte de Colombia de sumarse al TPP, el acrónimo en inglés de la Alianza Transpacífica, que en su momento parecía destinada al fracaso después de que Donald Trump descartó lo negociado por Barack Obama. Ahora todo está listo para que una decena de naciones firme el pacto comercial en marzo, sin la presencia del Tío Sam.
Aquí lo que cuenta es la geopolítica. Ottawa y Ciudad de México desean tener una especie de Plan B en caso de que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte –más conocido como Nafta- fracase y la Casa Blanca decida denunciar el pacto que entró en vigencia a mediados de los años noventa. El anuncio del primer ministro canadiense Justin Trudeau en Davos acabó siendo la respuesta a la determinación estadounidense de imponerle aranceles a las lavadoras y los paneles solares hechos en otras latitudes.
En medio del ajedrez, Colombia también decidió jugar sus fichas. Y aunque será necesario que el Congreso ratifique el protocolo que amplía en la práctica la membresía de la Alianza del Pacífico y el acuerdo de una eventual adhesión al TPP, el mensaje es que este Gobierno no piensa dar marcha atrás en la vía de la globalización.
Ricardo Ávila Pinto*
Director de Portafolio
*Enviado especial en Davos