Los habitantes de Cajamarca (Tolima) coinciden en afirmar hoy, que el peor negocio que hizo el municipio el 26 de marzo del año pasado (2017), fue haber negado en las urnas toda actividad minera en su región.
Lea: (‘En la consulta popular minera tomamos una mala decisión’).
A partir de esa fecha comenzó el dolor de cabeza para esta cabecera, localizada a una hora de la capital del departamento Ibagué, ya que 334 días después de realizada la consulta popular, las arcas municipales prácticamente están con saldo en rojo.
Lea: (La operación minera del país está en jaque por la incertidumbre jurídica).
La situación la explicó su alcalde, Pedro Pablo Marín: la mayoría de habitantes que vivían de alguna actividad económica están afectados. Hay una desaceleración. Los proyectos de infraestructura para educación, salud y vivienda del municipio están paralizados.
Lea: (ACM le pide a AngloGold hacer el esfuerzo de seguir con proyecto La Colosa).
Con la decisión popular (6.165 ciudadanos votaron por el No), la multinacional AngloGold Ashanti (AGA) que operaba en su momento el proyecto La Colosa, no tuvo más remedio que cerrar la actividad (en fase de exploración) y dejar cesantes a cerca de 1.000 empleados, quienes son oriundos de la zona.
“Estimamos que por concepto de nómina se dejaron de percibir alrededor de $2.000 millones mensuales en dinero circulante, esto afectó seriamente la dinámica económica de Cajamarca”, señaló Juan Pablo Peralta, secretario de Planeación del municipio.
El funcionario agregó que, al salir este circulante, se desaceleró no solo el comercio, sino también la actividad productiva, resintiendo la economía, y de paso afectando el bolsillo de los cerca de 10.000 habitantes que posee el municipio.
EMPLEO Y FINCA RAÍZ EN PICADA
Cálculos de la administración municipal estiman que el índice de desocupación podría estar por el 40%. “La población económicamente activa está en cerca de 7.000 personas, es decir que poco más de 2.800 ciudadanos, que tenían relación laboral directa o indirecta con el proyecto minero La Colosa se encuentra cesantes”, señaló Peralta.
Uno de los casos que registra este drama es el de Gustavo Guevara, cuyo taller confeccionaba los uniformes con los que AGA dotaba cuatro veces al año al personal que laboraba en campo.
“Después de la consulta y con el cierre de operación de la mina, no tuve más alternativa que liquidar el personal. Pasamos de 15 empleados a tres. Así mismo cerramos las tres maquilas que tenía en Ibagué”, indicó Guevara. El microempresario afirmó que “el taller lo tengo prácticamente parado”.
Otro frente que se ha resentido por el cierre de La Colosa es la finca raíz. Debido a esta situación el sector dejó de percibir $400 millones al mes. Semanas después de la consulta, el valor del metro cuadrado se redujo a menos de la mitad, pero hoy muchos de los inmuebles están desocupados.
“Pedí un préstamo con una entidad bancaria, adecué un inmueble para un centro comercial con 12 locales, y hoy están totalmente vacíos, y somos varios los que estamos en la misma situación, porque no hay a quién arrendarlos”, aseveró Darío Téllez, comerciante de telefonía móvil.
Téllez añadió que muchos conocidos adquirieron las obligaciones porque proyectaban un futuro económico estable para el municipio por la operación de La Colosa, pero hoy con la crisis están con “una mano adelante y la otra atrás” y con muchas deudas sin poder pagar.
Para la muestra, solo en la llamada “Carrera Séptima”, vía de tres kilómetros que hace parte de la carretera Panamericana y que cruza por el corazón de Cajamarca, se encuentran además de 11 negocios cerrados, 22 predios que se dedicaron al comercio, o inmuebles, en estado de abandono con avisos de venta o arriendo.
DÉFICIT EN LAS ARCAS
Pero en donde más se han resentido las finanzas del municipio es en el recaudo de impuestos.
Según datos de la Secretaría de Planeación, por concepto de Retención al Impuesto de Industria y Comercio (Rete Ica), AGA le pagó al municipio en el 2015, $14’900.000 y en el 2016, $26’574.000, pero para el 2017 este bajó a $200.000.
Este despacho calcula que Cajamarca dejará de percibir cerca de $100 millones en impuestos al año, es decir cerca del 12%, si se suman el Rete Ica de las empresas que tenían contrato por prestación de productos y servicios con la minera, y la sobretasa a la gasolina.
“El recorte en el presupuesto para el 2018 fue alto. No hay recursos para sacar adelante todos los programas. Ante la caída del recaudo por impuestos, solo se aprobó dinero para el funcionamiento “mínimo” del municipio. Se trata de cubrir los gastos operacionales básicos”, señaló Luz Amanda Sánchez, presidente del Concejo Municipal.
TIRO DE GRACIA AL SECTOR AGROPECUARIO
AGA venía impulsando proyectos productivos en cultivos como el fríjol, el aguacate y frutas. Estos sectores de pequeños empresarios también generaban algunos ingresos. Hoy están cerrados, lo que afectó a cerca de 500 familias del municipio.
El sector agropecuario se ha resentido, ya que el municipio depende también de la ganadería y la piscicultura, actividades que han presentado un decrecimiento en la producción y en los precios de venta.
“Se cayeron todos los proyectos de inversión para el campo. Las visitas técnicas que en conjunto promovían la Alcaldía y AGA, fueron canceladas”, indicó Luis Eduardo Beltrán, caficultor de la zona.
Aseveró que las personas que promovían el No, y que ofrecieron programas con ONGs para fortalecer la actividad agrícola en la región como alternativa productiva “desaparecieron”. “Hablaron de grandes inversiones para el campo y hasta el día de hoy no se les ha visto, tampoco los dineros que prometieron”, aseguró.
Hoy Cajamarca parece un pueblo fantasma, afirman algunos de los ciudadanos que aún lo habitan, y que con veladora en mano solo rezan para que la actividad minera regrese, además de los paisanos que salieron a escampar en Ibagué, Armenia y Bogotá.
Alfonso López Suárez
Cajamarca, Tolima