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Internacional

18 ene 2019 - 8:49 p. m.

Alemania enfrenta a la economía china

El grupo de presión empresarial BDI pide cambios en las normas para permitir la creación de líderes europeos.

Alemania

China es un competidor estratégico que tiene la intención de aprovechar todas las palancas estatales, y las oportunidades derivadas de su sistema de gobierno.

Archivo particular.

POR:
Portafolio
18 ene 2019 - 8:49 p. m.

Germany GmbH ha invertido mucho en hacer negocios con China. El milagro económico chino ha fortalecido la máquina de exportación alemana, incrementando las ganancias e impulsando el pleno empleo.

Sin embargo, recientemente la industria alemana comenzó a preocuparse porque percibe que ahora está perdiendo con respecto a sus relaciones con China, y no solo debido a la reciente desaceleración en la segunda economía más grande del mundo.

El atrincheramiento del capitalismo estatal chino bajo el presidente Xi Jinping ha demostrado que Alemania — y de hecho, Occidente — se equivocó al suponer que el comercio y la inversión acercarían a China al modelo de economía de mercado abierto de Europa y EE. UU. El error de cálculo fue destacado por la política de Xi en China de convertir a su país en un líder de mercado en 10 sectores industriales estratégicos y bajar la dependencia de la tecnología extranjera.

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Las compañías alemanas parecen estar tan preocupadas por el exceso de capacidad subsidiado por el Estado, las transferencias forzadas de tecnología, el acceso al mercado cerrado, el robo de propiedad intelectual y la creación de líderes nacionales, como por obtener ganancias a partir de vastas empresas dinámicas y la clase media de China.

“Es el resultado de un replanteamiento bastante dramático de cómo percibimos a China desde una perspectiva económica”, dijo Thorsten Benner, del grupo de expertos del Instituto de Política Pública Global en Berlín. “Hasta hace tres años, pensábamos que eran economías complementarias. Esto ha cambiado totalmente. El plan Made in China 2025 nos mostró que el capitalismo de Estado estaba dispuesto a aplastarnos”.

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El cambio de actitud de Alemania se presentó en términos estrictos este mes en un documento sobre políticas de la Bundesverband der Deutschen Industrie (BDI), la principal asociación industrial del país. Describe a China como “competidor estratégico” que tiene la intención de aprovechar todas las palancas estatales, y las oportunidades derivadas de su sistema autoritario de gobierno — por ejemplo, la falta de protección de datos — para obtener la supremacía competitiva y tecnológica sobre sus socios comerciales. Lo que China ha hecho con el acero y los paneles solares, también lo hará con la robótica y las células de baterías.

Ésta no es una versión alemana de “Muerte por China”, el polémico libro escrito por el asesor comercial del presidente Donald Trump, Peter Navarro. El enfoque de la BDI es equilibrado. Señala que hay más de 5.000 empresas alemanas activas en China, con una inversión directa de alrededor de €76.000 millones. Empresas grandes y pequeñas siguen invirtiendo allí. Las cadenas de suministro alemanas están tan vinculadas a las de China y las oportunidades potenciales de exportación al mercado chino son tan vastas que “una desconexión económica de China conllevaría costos enormes”.

También, la BDI tiene cuidado en señalar que China tiene muchas ventajas naturales que ayudan a impulsar a su industria en la cadena de valor tecnológica, como un gran mercado interno, una población con conocimientos tecnológicos y objetivos políticos a más largo plazo.

Lo que propone la BDI es una estrategia completa, detallada y práctica para mejorar la competitividad de Alemania y Europa. Las propuestas abarcan desde créditos fiscales para I+D; un mayor presupuesto de la UE para financiar la investigación; medidas antidumping más estrictas, incluso en los servicios; mejores mecanismos para monitorear y frenar los subsidios estatales chinos, incluso en subsidiarias fuera de Europa; y la intención de presionar a Beijing para que cumpla las normas de la OMC sobre contratación pública. Juntas, ofrecen una alternativa bien calibrada a la guerra arancelaria del presidente Donald Trump.

Algunos de los planes de la BDI carecen de la simplicidad y el impacto de un arancel de importación del Sr. Trump. Tal vez con la vista puesta en la fusión propuesta de las operaciones ferroviarias de Siemens y Alstom, el organismo de la industria insta a que se realicen cambios en las reglas de fusión para permitir la creación de líderes industriales europeos. La unión de Siemens-Alstom, que cuenta con la bendición de los gobiernos de Francia y Alemania, fue estimulada por la llegada de CRRC, el gigante ferroviario de China respaldado por el Estado, a los mercados internacionales y expone muchos de los argumentos que aborda la BDI. Pero le otorgaría a un gigante franco-alemán un monopolio en varios mercados ferroviarios europeos para contrarrestar la mera posibilidad de la competencia china. La competencia, y con ella la innovación y la eficiencia, son precisamente lo que la industria europea necesita para ganar contratos contra los postores chinos.

Afortunadamente, la BDI presenta muchas otras formas para contrarrestar las distorsiones — subvencionadas por el Estado chino — de los mercados europeos. Es el alcance de su enfoque lo que importa. Europa se ha dado cuenta de la posible amenaza de la adquisición china de sus joyas tecnológicas. Ahora necesita un enfoque más estratégico para abordar la competencia china. La BDI le ha ofrecido a Europa un plan para garantizar que no sea aplastado por una nueva superpotencia industrial.

Ben Hall

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