La cumbre del G7 que tendrá lugar este fin de semana en Biarritz (Francia) tiene una gran cantidad de temas en la agenda, que van desde la tensión con Irán, hasta la amenaza de aranceles de Estados Unidos a varios de los países que forman el grupo.
(Lea: Las millonarias pérdidas para el mundo que dejaría la guerra comercial)
Sin embargo, la entrada en juego de Boris Johnson como nuevo primer ministro británico y la cercanía del Brexit hacen que este haya copado toda la expectativa, dejando esta vez los posibles enfrentamientos de Donald Trump con sus socios en segundo plano.
(Lea: Inminente golpe de EE.UU. a la producción petrolera de Venezuela)
Y, aunque no es lo común en estos tiempos, la expectativa es porque puedan darse buenas noticias al respecto, pues la gira que Johnson por Francia y Alemania ha impulsado las opciones de que ambas partes puedan llegar a un entendimiento antes del 31 de octubre, fecha en la que Reino Unido debe salir de la UE.
(Lea: La idea de Trump de comprar Groenlandia sería beneficiosa para EE. UU.)
Ayer, el presidente francés, Emmanuel Macron, trató de rebajar el tono con su homólogo británico y se mostró conciliador, al apoyar la idea de desarrollar nuevas conversaciones durante un mes para encontrar una solución al Brexit.
En la misma línea que la canciller alemana Angela Merkel, un día antes, Macron estuvo de acuerdo en tratar de encontrar una solución al problema clave de la frontera irlandesa, que ha obstaculizado las negociaciones desde 2017.
“Yo quiero un acuerdo”, afirmó Johnson nada más al llegar al patio central del parisino palacio del Elíseo. “Creo que podemos tener un pacto y, de hecho uno muy bueno”.
En la rueda de prensa conjunta, ambos afirmaron que el principal objetivo que deben tener es lograr que el Brexit sea lo más suave posible, para que tenga un golpe mínimo, sobre todo, en el comercio y en el mercado único de la UE.
Sin embargo, desde la Unión Europea afirmaron que “esperamos detalles (...) Estamos deseando tener nuevos hechos y nuevas ideas factibles” como paso previo a iniciar unas hipotéticas negociaciones. Esto, teniendo en cuenta que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, mantendrá un encuentro con Johnson durante la cita, en la cual tratan de avanzar en la complicada situación.
GUERRA COMERCIAL
Pero claramente este no será el único tema, sino que la guerra comercial será otro de los principales puntos a tratar en las conversaciones y la UE mostrará su millonésima repudia a una ofensiva ‘in crescendo’ que ha roto el consenso tradicional entre las grandes potencias y pesa cada vez más sobre la economía europea.
Bruselas no espera “progresos tremendos” en el frente comercial, que no abordará el acuerdo de comercio que prevén negociar Washington y la UE y servirá sobre todo para escuchar de primera mano las impresiones de Donald Trump sobre esto.
Según ambas partes, la ralentización de la economía global, el comercio y la tensión con China serán el eje de las charlas entre los líderes a ambos lados del Atlántico.
“Intentaremos transmitir el mensaje de siempre: que apoyamos el multilateralismo y la resolución de conflictos en la OMC, y que la guerra comercial con China no beneficia a la economía a largo plazo”, dicen fuentes de la UE.
Pero las tensiones entre la Unión Europea y EE. UU. no solo estarán en torno a los aranceles y la guerra comercial, sino que se espera que Trump recrimine a sus socios europeos, especialmente a Macron, los planes de fiscalizar a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses, con la que se conoce como la ‘Tasa Google’ que impulsó Francia.
Por su lado, Europa tratará de que Trump baje el tono en contra de Irán y evitar así una nueva carrera armamentística, al tiempo que se espera que se desarrollen discusiones alrededor del cambio climático.
Donald Trump se reunirá con Boris Johnson, el canadiense Justin Trudeau, el japonés Shinzo Abe y el indio, Narendra Modi. También mantendrá encuentros con Macron y Merkel.
La principal esperanza es que esta edición del G7 no repita el gran desacuerdo que se vio entre Trump y el resto de miembros en la cumbre del año pasado en Canadá, en la cual quedó más patente que nunca la división que existe entre los países más desarrollados del mundo.
Redacción local con agencias