El Gobierno de Donald Trump quiere poner en marcha un plan para privatizar los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, bajo control gubernamental desde que fueron rescatados durante la crisis de 2008, una medida con la que busca poner fin a uno de los principales vestigios que todavía siguen vigentes tras la crisis financiera.
(Se cumplen 10 años de una crisis que aún no termina).
La importancia detrás de la medida es que el rescate de estas dos instituciones financieras fue una de las acciones que impidió un colapso económico mayor. Fannie Mae y Freddie Mac sostienen la mitad de las hipotecas en Estados Unidos a través de un sistema de garantías con el que adquieren los créditos de los prestamistas y los venden con acciones a inversionistas. Ese sistema permite generalizar el acceso al crédito con productos como la hipoteca de interés fijo a 30 años.
En 2008, las dos compañías necesitaron una inyección de US$187.000 millones del Gobierno de George W. Bush para mantener sus operaciones y evitar así mayores consecuencias a la crisis hipotecaria.
Desde entonces, el Gobierno se ha hecho cargo de las operaciones de ambas compañías, obteniendo beneficios de hasta US$300.000 millones, pero también convirtiéndolas en el último gran asunto irresoluto derivado de la crisis financiera.
Aunque sobre el papel demócratas y republicanos están de acuerdo en poner fin al control público sobre Fannie Mae y Freddie Mac, el expresidente Barack Obama esquivó el asunto por miedo a alterar un mercado en recuperación.
Ahora, Trump quiere devolver estas compañías a manos privadas, aunque, según los planes revelados, seguirán con respaldo público en caso de quiebra a cambio de un pago periódico. “Ha llegado el momento, después de 11 años, de poner fin al control. Terminar con eso es un paso fundamental para reducir la influencia gubernamental” en el mercado de la vivienda, asegura el Tesoro. “La huella del Gobierno se ha vuelto demasiado grande”, dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
El plan del Gobierno es que el proceso de privatización sea lento y gradual para minimizar los riesgos y que no afecte al acceso a las hipotecas. Sin embargo, los que se oponen a los planes argumentan que la privatización encarecerá las hipotecas y dificultará el acceso, alterando así el mercado de la vivienda y generando beneficios a Wall Street.
(La crisis financiera del 2008).
El senador, Sherron Brown, el demócrata de mayor rango en el Comité Bancario de la Cámara Alta, aseguró que el plan de Trump “hará que las hipotecas sean más caras y más difíciles de obtener”.
Además, como agregó el funcionario estadounidense, “insto al Presidente: facilite a los trabajadores comprar o alquilar sus viviendas, no lo haga más difícil”.
Por su parte, el consultor y exasesor de Obama en temas de vivienda, Jim Parrott, resaltó que “los inversores serán mucho más exigentes y cobrarán más por los préstamos en los que estén dispuestos a invertir. Eso no quiere decir que no debamos considerar reducir el papel del Gobierno, pero debemos ser honestos sobre su impacto”, apuntó el experto.
Nueva York/ EFE