Un ahorro superior a los $20.000 millones a partir de la implementación de herramientas tecnológicas y la automatización de los procesos para el suministro de medicamentos ha alcanzado el hospital Cardioinfantil en los últimos tres años.
El director de Operación de la institución, Juan Carlos Rodríguez, resalta que lo más importante es que se ha logrado bajar la cantidad de efectos adversos hasta ubicarse dentro de los estándares internacionales de mortalidad, lo cual, redunda en beneficio directo de los pacientes, y de manera complementaria vienen los resultados económicos.
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La inquietud de esta entidad por optimizar su cadena de abastecimiento comenzó hace cinco años, tiempo en el cual ha destinado unos $5.000 millones para herramientas tecnológicas, es decir que la inversión se le ha multiplicado por cuatro.
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Relata que todo partió de un recorrido que hicieron por varios hospitales de Estados Unidos y les llamó la atención que el 70% considerara la cadena de abastecimientos como estratégica para su futuro. Al hacer ellos mismos también esta declaratoria, la implementación comenzó por aplicar la historia clínica electrónica, hace unos tres años, algo que apenas está extendiéndose ahora en el país. Ello les permite tener sistematizados todos los tratamientos y terapias que administran.
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Posteriormente, identificaron con códigos de barras los productos de sus farmacias para poder hacerles trazabilidad desde que los reciben hasta que los aplican en el usuario final. “Eso permite tener absoluta seguridad de si son los correctos. Estudios demuestran que las incidencias de efectos adversos al administrar medicamentos erróneos o vencidos generan tasas de mortalidad importantes, cosa que eliminamos con esta implementación”, explica el directivo.
El tercer paso fue hacer lo mismo con lo que usan en las unidades de cuidados intensivos y urgencias y, en la actualidad, están extendiendo la identificación (con radiofrecuencia) a cada dispositivo médico que implantan, lo que facilita monitorear su recorrido. La gestión automatizada de los suministros ha tenido beneficios en varios frentes.
Para empezar, los inventarios se han reducido hasta en un 30% y la posibilidad de hacer compras electrónicas permite ahorros de entre 10% y 15% al participar de subastas por este medio. En este ámbito es normal que los laboratorios o intermediarios entreguen medicamentos en consignación a las clínicas y, al garantizarles que no se van a dejar vencer, aquellos los premian con mejores precios.
Rodríguez señala que las próximas etapas consisten en el despliegue de esta tecnología a las áreas de hemodinamia e intervencionismo (donde se trabaja la parte eléctrica del corazón) y, después, entrar a hacer compras conjuntas con otros hospitales.
De hecho, en el 2018 el Cardioinfantil ha hecho convenios con su similar Pablo Tobón Uribe, de Medellín, y el San Ignacio, de Bogotá, para aplicar economías de escala. La intención es invitar a más centros especializados a unirse.
“Lo que hacemos es identificar qué moléculas compartimos y estamos usando plataformas electrónicas de compras a través de las cuales salimos a hacer nuestra oferta conjunta”, explica.
Agrega que las perspectivas son halagadoras, teniendo en cuenta que en el país existen alrededor de 1.000 IPS grandes y cada una gasta en promedio entre $100.000 y $150.000 millones anuales en medicamentos.