Smurfit Kappa Colombia tiene los terrenos listos para transformar y ampliar sus plantas de producción de Medellín y Bogotá.
La primera la trasladará al municipio antioqueño de Guarne, mientras que en capital colombiana proyecta la construcción de una segunda en Tocancipá. Así lo anuncia Álvaro José Henao, presidente de Smurfit Kappa para Colombia, Ecuador, Centroamérica y Caribe. Revela que la firma incursiona en el negocio de proveer madera al sector de la construcción.
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¿Cuál es el recurso forestal de la compañía?
Tenemos 22.000 hectáreas de bosque tropical protegido dentro de nuestra estrategia sostenible. Promovemos las plantaciones comerciales para combatir la explotación ilegal que impacta esos ecosistemas.
Y aparte, tenemos unas 45.000 hectáreas para el uso comercial. Estamos en Cauca, Valle, Risaralda, Caldas y Quindío.
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¿Esa zona para uso comercial es suficiente para la tarea industrial?
Sí. Incluso está proyectada para inversiones futuras y grandes que tenemos planeadas en el país. Incluso, hablando de tipos de negocios, nos habíamos enfocado en la actividad forestal para suplir nuestras necesidades industriales.
Pero hemos visto en los últimos años en Colombia una vocación para utilizar la madera en construcción. Así que vimos una oportunidad para venderle a esas empresas madera legal, porque el problema es que utiliza producto ilegal. Y nos estamos empezando a meter en ese negocio.
Instalamos un aserradero en Riosucio, Caldas y el segundo seguramente estará en Cali, en nuestra planta, en un par de años. También pondríamos otro en Cauca. Es un negocio que crece como una oportunidad para el país.
¿Ya tienen clientes?
Los clientes sobran, lo que pasa es que tenemos que destinar solo una pequeña parte para eso porque la actividad principal de la compañía sigue siendo la producción de papel.
¿Tienen alguna inversión prevista para este año?
En los últimos cinco o seis años veníamos a un ritmo muy alto, con inversiones de US$50 millones anuales en Colombia, la cifra más alta para un país que destina el Grupo.
En este tiempo hemos dedicado, y lo seguiremos haciendo, US$10 millones en el área forestal, ya sea en las plantaciones y en investigación y desarrollo.
Igualmente, hemos adquirido maquinaria nueva para producción de cajas corrugadas en cada una de las fabricas. Hemos aumentado la capacidad de producción de papel.
Este año decidimos parar el ritmo y para este año estamos en US$30 millones, con el fin de que los proyectos que ya hicimos se consoliden y prepararnos para los proyectos grandes que es posible que tengamos en los próximos años. Este es un ejercicio de transición para consolidar la inversión que hemos hecho, generar flujo de caja positivo para la compañía y esperar que las cosas mejoren como efectivamente se están dando. Y, con esa perspectiva, pensar en otras inversiones hacia el futuro.
¿Qué tipo de inversiones?
Tenemos la necesidad de mover algunas de las plantas nuestras que hacen corrugado en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla. Fueron construidas en los años 50 y 60. En su momento, eran zonas despobladas y ahora hay zonas residenciales alrededor. Una de las posibilidades es trasladar algunas a sitios nuevos.
¿Cuáles son los proyectos más concretos?
Por ejemplo en Medellín, la fábrica nuestra queda en la Avenida Los Industriales en el centro de la ciudad, un terreno muy valioso, y ya compramos un espacio para movernos a la zona de Guarne. Lo que debemos mirar es en qué momento los vamos a hacer. Las industrias deben salir del centro de la ciudad.
¿En Bogotá igual?
En la capital no nos están forzando pero las normas de movilidad restringen. También ya compramos el terreno para una nueva planta en el municipio de Tocancipá y tenemos que decidir el momento para la construcción.
La idea original era trasladarnos, pero yo creo que lo que vamos a hacer es una segunda planta y seguir con la que está en la zona de Las Américas.
¿Es necesario mayor capacidad de producción?
Sí. Desde hace dos años se importa papel y a nivel mundial el precio ha estado alto, de manera que una de las oportunidades en el futuro tiene que ver con una ampliación en la capacidad de producción de papel. Hemos hecho algunas expansiones pero hay que pensar en soluciones para atender la demanda creciente. Eso requiere inversiones millonarias.
¿Y cómo va el negocio de papel?
El año pasado nos fue bien hasta septiembre pero el último trimestre fue complicado. La demanda se nos cayó 6%, en especial en cajas corrugadas, que es un sector que nos indica cómo va la industria del país. En lo que sí vimos crecimiento fue en el sector agrícola.
Hemos hecho un trabajo interesante para responder a las expectativas de los clientes para hacer de las cajas un elemento de exhibición. En Cali, invertimos en un centro de innovación para trabajar con los clientes en el diseño de sus empaques, ajustados a sus expectativas.
¿Y el 2018 cómo va?
El año va muy bien. Se nota un crecimiento general y yo creo que hay mucho más optimismo en la economía. La proyección del año podría ser cerca de 4%, un número que frente al 2017 es bueno. A lo mejor puede ser mayor gracias a que el segundo semestre va a ser favorable. El año pasado facturamos US$409 millones, de los cuales cerca del 20% se exportan.
¿Qué destaca del informe de sostenibilidad del 2017?
Lo más importante es que nuestro modelo de negocio se basa en la economía circular y es un perfecto ejemplo. Todo lo que producimos es sostenible, lo utilizamos y, al final, puede volver a ser aprovechado. Tenemos un insumo que es la materia de fibra virgen, que son nuestros bosques certificados. Eso se transforma en pulpa y luego puede ser papel de escritura, o para cajas o en las bolsas de cemento. Y puede volver a ser utilizado. Somos el mayor reciclador del país. Complementario a eso, en las regiones donde estamos, hacemos un trabajo social importante e invertimos casi $20.000 millones al año. Eso incluye los institutos técnicos agropecuarios, dos colegios en el Cauca y otro en el Valle. Y tenemos un centro de educación temprana en Cali.
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