El mundo actual pasa por un momento de inestabilidad en todos los aspectos conocidos: político, económico, social, tecnológico, legal y ambiental. Múltiples fuerzas confluyen en puntos de interés para concretar una agenda que parece no tener un dueño aparente.
En este contexto, tres tendencias (CIDOB, 2017) establecen un marco de reflexión que todos los interesados deben consultar, con el fin de advertir escenarios emergentes que no traen buenas noticias, sino retos particularmente a nivel empresarial para los cuales es probable que no se encuentren preparadas.
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La primera tendencia es lo que los analistas políticos llaman el vacío de poder. Esto se debe al retiro de los Estados Unidos de América de ciertos escenarios y posiciones a nivel global, creando espacios de acción para otros países como China, Rusia, Francia, India, entre otros, motivando una serie de tensiones internacionales, que traerán consecuencias globales, algunas positivas y otras que impactarán compromisos multilaterales que posiblemente dejarán de cumplirse (ídem).
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La segunda tendencia es la vulnerabilidad digital, que se revela por los acelerados cambios tecnológicos, cuyos impactos en el escenario local e internacional, demandan especial atención como quiera que, no solo están expuestos los ciudadanos de una nación, o las empresas del país, sino la gobernabilidad de una nación. Este elemento refleja las ventajas y limitaciones de una sociedad cada vez más digitalmente modificada, donde la hiperconectividad establece el conjunto de nuevos normales para los nuevos ciudadanos digitales: movilidad, en la nube, socialmente compartido e instantáneo (ídem).
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La tercera está relacionada con la cuarta revolución industrial, que habilita una nueva redistribución del poder global, alterando los órdenes económicos y sociales. La convergencia tecnológica que demanda esta nueva revolución acelera el desarrollo de nuevas capacidades que generan tensiones en las regulaciones actuales y cambios inesperados en los esquemas de negocio vigentes (Meyer, 2016). La llamada disrupción tecnológica, no es otra cosa que encontrar escenarios para deconstruir lo conocido, integrarlo con aquello que es incierto y conectar los nuevos puntos de formas que no habían sido probadas antes (ídem).
Estas tres tendencias, establecen al menos tres tensiones claves que generan vértigo y vulnerabilidad en el contexto empresarial, creando incertidumbre directiva e incapacidad ejecutiva para enfrentar los desafíos inéditos que las tendencias pueden crean en la zona de cómoda donde posiblemente se encuentran algunas organizaciones.
La primera tensión es la formación ejecutiva, como espacio de renovación de los marcos de reflexión y pensamiento de los directivos empresariales. Si bien temas como el liderazgo, las finanzas y la estrategia estarán siempre en la agenda del gobierno corporativo, la necesidad de un pensamiento más creativo, dispuesto a experimentar y a transitar en dominios de conocimiento diferentes al suyo, es un nuevo mandato que exige una neuroplasticidad del cuerpo gerencial, para enfrentar la inestabilidad y la incertidumbre que se avecina.
La segunda es el capital político como esa condición y característica propia de las juntas directivas para concretar lecturas del entorno y ganar reconocimiento por sus aportes y decisiones en estos cuerpos de gobierno. Las tres tendencias relevan que el capital político como se entendía antes, ha cambiado y evolucionado a un territorio, sin un mapa concreto, donde se hace necesario tomar riesgos de forma inteligente y entrar a efectuar apuestas calculadas para cambiar el status quo del negocio donde se encuentra o esperar a que otro lo haga y comprometa la viabilidad de la empresa.
La tercera tensión está relacionada con la alfabetización digital, que exige una vista informada y analítica de los impactos de la digitalización de los productos y/o servicios, con el fin de encontrar nuevos “espacios en blanco” para construir escenarios de negocio privilegiados, nuevas fronteras de valor y sobremanera, construir novedosos activos digitales que configuren la esencia de un negocio sobre el combustible y el “oro negro” del contexto digital: la información.
Entender y gerenciar las tres tensiones en medio de la dinámica internacional enmarcada en las tres tendencias revisadas, demanda superar la vista de silos o islas que se tiene en las organizaciones. Si bien, es claro que se deben tener especialidades para desarrollar labores concretas en la empresa, también lo es que se requiere pasar de unos saberes disciplinares conocidos a concretar escenarios de construir de saberes transdisciplinares donde, los participantes puedan ver distinciones inéditas que den cuenta de situaciones desconocidas, antes ocultas a su práctica empresarial.
Superar la vista de silos demanda crear puentes de conexión entre realidades, conocimientos e intereses con el fin de habilitar una nueva partitura empresarial, que ejecute una melodía que incluya tonos comunes, allí donde se funden las demandas sociales, legales, tecnológicas, económicas y ambientales, que permiten reinventar el lenguaje corporativo, no desde la cultura, sino desde las motivaciones de cada colaborador que hace posible la operación empresarial.
Por tanto, las tres tendencias y las tres tensiones, establecen un marco de análisis estratégico holístico para las empresas, como una propuesta conceptual para reinventar la dinámica de los cuerpos de gobierno, no sólo desde los reportes y análisis de situaciones conocidas, sino desde la inestabilidad y la incertidumbre que caracteriza las nuevas reglas del orden internacional.
Jeimy J. Cano M.,
profesor Asociado de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario