Teniendo área productiva apta para crecer, ¿cómo no esperar que lo reflejen las cifras del sector agropecuario, de silvicultura y pesca dentro del comportamiento económico colombiano?
Analizando los datos de los últimos 10 años, se observa que la curva de participación del sector frente al PIB nacional viene decreciendo: pasó de una participación del 8,3 por ciento en el 2000 a un 6,5 por ciento en el 2010.
Por esto, la mirada debe buscar el mejor aprovechamiento del área agrícola por la cobertura del territorio rural, su potencialidad en fuente de ingresos, motor de empleo y de paz.
En términos del valor de la producción, el agro participó con el 53 por ciento, entre cultivos permanentes y transitorios. Lo sigue la actividad pecuaria con un 42 por ciento, principalmente ganadería bovina, y la producción avícola y porcina. Por su parte, los subsectores que menos aportaron fueron el silvícola y pesquero, con un poco más del 2 por ciento cada uno.
También se observa que la producción sigue concentrándose en áreas poco desarrolladas, tema que en las condiciones de hoy nos permite ver la importancia de la restitución de tierras y la verdadera reforma agraria, donde nuestra meta debe ser potencializar la contribución del sector agropecuario a la economía del país.
Para lograr esto será necesario optimizar el uso de la tierra, pues a la fecha hablamos de un poco más de 4 millones de hectáreas agrícolas de un potencial de 21 millones.
Es difícil entender cómo en la actualidad por cada explotación agropecuaria pequeña menor a 15 hectáreas se alcanza un aprovechamiento superior al 33 por cineto del área, mientras que en explotaciones mayores a 100 hectáreas se aprovecha sólo el 3 por ciento, según a las cifras de la Encuesta Nacional Agropecuaria serie 2007-2010.
Por tal razón, es imprescindible equilibrar la producción de las pequeñas explotaciones agropecuarias, que fundamentalmente desarrollan la producción de alimentos como tubérculos, hortalizas y frutas.
Por lo anterior, la gestión del sector agropecuario deberá estar enfocada a optimizar y racionalizar el uso del suelo dando respuesta a la seguridad y soberanía alimentaria de nuestro país.
Esta labor se ha convertido en un norte obligatorio que debe ser incorporado en la política pública, pues es indispensable equilibrar la actividad e impulsar el crecimiento sectorial.
Es claro que los productos alimenticios demandados en la actualidad se desarrollan en explotaciones pequeñas, existen 1,1 millones de este tamaño, que al agregarles fortalecimiento técnico, comercial y social lograrán alcanzar un mejor nivel de aporte sectorial a la economía nacional.