La reintegración exitosa a la sociedad de miles de hombres y mujeres que hicieron parte de los grupos armados ilegales y se desmovilizaron es un reto enorme, íntimamente ligado a los grandes objetivos del presidente Juan Manuel Santos.
Hablamos de la Prosperidad Democrática, que busca construir un país con más seguridad, más empleo y menos pobreza.
La reintegración es un proceso a través del cual las personas que se desmovilizan de los grupos armados ilegales adquieren estatus civil y se capacitan para conseguir un empleo e ingreso económico sostenible.
A diferencia de lo que piensan muchos, la reintegración no es un premio, sino una oportunidad que la sociedad les da a quienes se equivocaron.
La Alta Consejería para la Reintegración encamina a los desmovilizados en una ruta de reintegración de hasta seis años y medio, que incluye atención psicosocial, educación y formación para el trabajo. Al mismo tiempo, los participantes en el proceso hacen trabajo social con las comunidades y sus víctimas.
Pero la reintegración se vuelve una tarea imposible si la sociedad no está dispuesta a darles una segunda oportunidad a estas personas.
Para esto es necesario balancear los temores. Los temores de los desmovilizados, por la estigmatización y el rechazo, los temores de los empresarios de emplearlos y los temores de la sociedad por los imaginarios equivocados que tiene de los desmovilizados.
Del arte de balancear esos temores depende el éxito del proceso de reintegración, que, en últimas, es y será más rentable para todos.
Es mucho mayor el riesgo de no darles la mano a estos compatriotas que hacerlo.
Debemos confiar en que ellos vienen acompañados por un proceso serio que genera cambios en las personas. Cerca al 85 por ciento está cumpliendo con su compromiso de mantenerse en la legalidad. Ya hay cerca de 9.000 desmovilizados que están trabajando en el sector formal de la economía. Sin embargo, la gran mayoría ha tenido que ocultar su pasado para no perder sus empleos o para acceder a ellos.
Hemos logrado muchos avances, gracias a alianzas entre el Gobierno Nacional, gobiernos locales, la empresa privada y la cooperación internacional. Por ejemplo, en Pereira se están formando desmovilizados en la fabricación de calzado, en Cali otros tienen una empresa que fabrica estivas y por todo el país hay un sinfín de mecánicos, tenderos y propietarios de pequeños negocios, que están haciendo patria.
Hace poco, en Cartagena, dije en la asamblea de la Andi que yo nunca les pediría a los empresarios que le dieran un empleo a alguien por el simple hecho de ser desmovilizado, pero sí les pedí a ellos, y ahora a ustedes, que no le cierren la puerta a alguien por ese mismo hecho.
A través de la desmovilización y la reintegración estamos construyendo la paz de Colombia. Hay 32.000 personas en el proceso de reintegración y todos los días llegan entre 5 y 6 más.
Balanceemos los temores y abrámosle la puerta a estos compatriotas para construir la patria en paz que hemos soñado.