'Enredado libre comercio Andino...', 'Se prevé cierre de empresas...', La integración no es sólo liberar...', 'Empresarios critican acuerdos con Colombia...', 'Nos entregamos en el G-3', son titulares de artículos de prensa entre 1991 y 1995, cuando se lograron los acuerdos de libre comercio con Venezuela, los demás países de la CAN, y México.
Y eso que no citamos los encabezamientos del 2006 y 2007 al cierre de la negociación del TLC con Estados Unidos, donde las afirmaciones eran aún más catastróficas en temas como salud pública, propiedad intelectual y avicultura. Llevamos casi 20 años manejando los temores al cambio de esta forma.
Cuando analizo estos titulares que permanecen casi iguales, me viene a la mente un paper de Dani Rodrik escrito a comienzos de los 90, en el que comparaba la evolución de Corea frente a la de varios países de América Latina, desde 1950 hasta 1990, tratando de identificar los porqué del éxito coreano frente al estancamiento de América Latina.
Este paper encontró que uno de los elementos que explicaba el boom coreano era la caracterización de su población igualitariamente pobre comparada con concentración de riqueza en la de la región.
En efecto, la toma de decisiones estratégicas en Corea nunca enfrentó resistencias, mientras en los países de Latinoamérica cualquier cambio amenazaba una estructura de privilegios o la sensación de estabilidad de unos pocos, quienes sí tenían el poder de influenciar las decisiones de gobierno.
Es realmente triste que después de 20 años de negociar acuerdos comerciales, los temores de algún sector productivo sigan el mismo patrón de manejo de conflicto sin alternativas, escenarios de salida y visión de futuro. Sólo ultimátums, anuncios de desastres, amenazas.
Sí. La leche quedó desgravada, pero no automáticamente, sino a 15 años, partiendo de un arancel de 98 por ciento. Se pactó un contingente de importación de leche en polvo de 4.000 toneladas anuales, que equivalen a un día de producción en Colombia, además se cuenta con una salvaguardia que asegura unos cupos de importación pequeños y cerrados por 17 años.
Asimismo, esto viene acompañado de recursos de cooperación internacional y de apoyo doméstico para facilitar la reconversión. En opinión de algunos expertos, este sector, independientemente del TLC con la Unión Europea, estaba llamado a realizar una reconversión so pena de no tener posibilidades sustentables en el largo plazo.
Si después de 20 años de iniciados los procesos de negociación comercial, sectores que cuentan con recursos parafiscales desde hace varios años manejan así el temor al cambio, uno entra a preguntarse qué hay de cierto en la afirmación de que hay que prepararse antes de abrirse.
¿Por qué durante los años de parafiscalidad no hemos visto propuestas y apoyos estratégicos que le permitan al sector ser competitivo? ¿Por qué nunca hemos escuchado que los recursos los van a invertir en nuevas tecnologías, tales como mecanismos de riego israelíes diseñados precisamente para poder ser productivo en la mitad de un desierto? ¿Por qué no tenemos propuestas concretas de asociatividad o compra conjunta de tecnología?
Ojalá estos tratados nos permitan acelerar la toma de decisiones para ser competitivos y así defender nuestros sectores, haciendo uso de las herramientas tecnológicas modernas. Así, podríamos empezar a construir un futuro entre todos.
En cualquier, ojalá en posteriores debates se privilegien las ideas y no las descalificaciones personales. ¿Por qué insistir mucho tiempo en que el negociador primero, y luego el Ministro engañaron al Presidente para firmar? ¿Por qué no proponer alternativas de futuro?
Las palabras son muy importantes en la construcción del país que queremos... el inolvidable Chomsky decía que las palabras se hacen realidad.