Lo haré con esperanza, convencido de que nos encontramos ante una histórica oportunidad que no podemos dejar pasar los colombianos.
Votaré sí en el plebiscito, porque este proceso de negociación con las Farc se ha realizado de cara al país y a la comunidad internacional. No ha sido oculto entre laberintos palaciegos. Los textos convenidos han estado disponibles a los ciudadanos. Los tres poderes públicos se han comprometido en las determinaciones que conducen a que el acuerdo suscrito, sea sometido al escrutinio de la población para refrendarlo. Aunque el inicio de la negociación se definió por la intención del Presidente, el compromiso de muchas voluntades ha permitido alcanzar la materialización del acuerdo.
El otro proceso de paz colombiano de este siglo no demuestra lo mismo, como tampoco verdad, ni justicia, ni reparación; en este sí las habrá. Confío en el patriotismo del Presidente, de Humberto de la Calle, del general Mora, del general Naranjo, y en el liderazgo que tuvieron en el equipo negociador. Estoy convencido de que no entregaron, ni entregarán, las instituciones colombianas.
Votaré sí, porque las Farc se acabarán como organización insurgente; sus jefes y militantes entregarán las armas, dejarán de delinquir, se someterán a la justicia transicional y cumplirán una pena impuesta por esta, se incorporarán a la vida civil y deberán respetar los acuerdos establecidos en la mesa de negociación. Los que no lo hagan, les caerá la acción de las autoridades y el peso de la ley.
Votaré sí, porque quienes tienen una respuesta negativa, no generan esperanza y sí producen la certeza de la incertidumbre, derivada de la confrontación armada y de la permanencia del conflicto. No comparto su posición de negarse, entre otras razones, porque no comprendo qué quieren en realidad y cuál es la alternativa que proponen, distinta a continuar en una guerra estéril. Sienten débiles sus argumentos contra el acuerdo y deben recurrir a las tergiversaciones, a las verdades a medias o extraviadas del contexto, y, en ocasiones, a claras mentiras, con el propósito de generar temor entre los ciudadanos. Se aferran al miedo como argumento.
Votaré sí, porque estoy dispuesto a perdonar y a trabajar por la reconciliación a partir de la verdad, con justicia y reparación. Los promotores del no tienen dificultades para perdonar e indisposición a la reconciliación. Lo lamento por ellos. Pierden la oportunidad de vivir en paz interior, desprendidos de los rencores y odios y alejados de los estímulos a la venganza. Cuando conozco más compatriotas que, siendo víctimas y victimarios, se unen por la reconciliación y el desarrollo de sus comunidades, constato que sí es posible lograrlo. En el perdón se encuentra el verdadero valor de los valientes, como lo señaló Gandhi.
Votaré sí, porque la guerra ha demostrado ser inmoral e inútil. Este ha sido un conflicto que nos ha tocado a todos los colombianos, pues en nuestros núcleos familiares más próximos, algún ser querido ha sido asesinado, secuestrado o víctima de alguna forma de terror; la mayoría, personas indefensas que nunca fueron o no han sido agentes de violencia. ¿De qué nos han servido tantos años de dolor y de sin razón? ¿Quién puede decir que es triunfante? Por el contrario, como nación, hemos perdido todos.
Votaré sí, porque estoy dispuesto a transitar el arduo camino de la paz, que se nutre en el respeto a los demás, a las ideas de los otros y a su libre expresión, y porque desconfío del recorrido ilusorio de quienes promueven el no, que nos impide relacionarnos adecuadamente y crecer colectivamente.
Votaré sí, porque comparto el pensamiento vigente de Luis Carlos Galán, quien dijo hace 30 años que “no debemos pedirles a los jóvenes, como lo hacen el Ejército o las guerrillas, que mueran por la patria, sino que vivan para ella”.
Augusto Galán Sarmiento
Ex embajador de Colombia en la Unesco.
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Votaré SÍ en el plebiscito
Votaré sí, porque la guerra ha demostrado ser inmoral e inútil. Este ha sido un conflicto que nos ha tocado a todos los colombianos.
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