Las duras posiciones entre Europa y el Reino Unido se han morigerado, pues la fecha de la salida efectiva será en marzo próximo, no hay perspectivas de repetir la votación y no se avizoran acuerdos alternativos que sustituyan el mercado europeo para los británicos.
Inglaterra esperaba reemplazar a Europa con un acuerdo con Estados Unidos, pero ello no se ha logrado ni parece probable.
Además, la salida de empresas y bancos desde Inglaterra, la emigración de jóvenes británicos, y la pérdida de gobernabilidad de la primera ministra Theresa May, debido a la derrota en las elecciones generales y los conflictos en su partido, la han llevado a adoptar una actitud conciliadora, la cual ha sido correspondida con una flexibilización de la posición europea.
En tales condiciones parecen avanzar hacia lo que el nobel Paul Krugman ha denominado ‘bino’ (brexit in name only), manteniéndose dentro de Europa, sin incidir en la toma de decisiones (Krugman, The New York Times, 14 de julio del 2018).
Esta posibilidad desató la renuncia del canciller Johnson y del ministro del brexit, David Davis, quienes lideraron la campaña por este con argumentos xenófobos y mentiras flagrantes acerca del costo que significaba para Inglaterra su pertenencia a la Unión Europea, y Cambridge Analitics manipuló la opinión usando las redes sociales.
La mayoría de votantes a favor de la salida vivían en comunidades rurales, solo hablan inglés y habían viajado poco; mientras que los jóvenes intelectuales citadinos favorecían mantenerse en Europa.
Krugman, atribuye a un error grave de los promotores del brexit no haber comprendido que la UE es una unión aduanera, de modo que una mercancía que ingrese por un país puede circular por todo el mercado comunitario. Como la industria automotriz inglesa funciona ‘justo a tiempo’, y la mayor parte de componentes vienen de Europa, si no dispone del acceso a ese mercado esta colapsaría.
Y como gran parte de aranceles europeos son bastante bajos, no habría una gran variación, pero aplicando la ‘ecuación de gravedad’, que correlaciona el comercio de un país con el tamaño y distancia geográfica de sus socios, aun con los bajos aranceles estadounidenses y su mayor mercado, esto no compensa las ventajas que ofrece la cercanía con Europa.
Con Trump declarando ‘enemiga’ a Europa y decidido a debilitar la Otan, el hecho de que el Reino Unido no haya logrado negociar con EE. UU., y que Trump explícitamente lo estime no viable, ha llevado a la primera ministra May a asumir una posición pragmática.
Dijimos anteriormente que podría ocurrir que Inglaterra tuviera que asumir el modelo noruego y cumplir las normas europeas para acceder a ese mercado, sin poder incidir en el diseño de las mismas. (Herrera, septiembre 2017).
¡Con el brexit, el Reino Unido se ha autoinfringido un severo daño!
Beethoven Herrera Valencia
Profesor U. Nacional y Externado
beethovenhv@gmail.com