En Bogotá son muy comunes dos preguntas: ¿según Waze cuánto te demoras?, y, ¿hay donde parquear?, cosa que no era común hace unos pocos años.
Desde hace más de 20 años, Bogotá decidió desincentivar el uso del carro particular y se la jugó a crear sistemas de transporte masivo, logrando relativamente bien lo primero y realmente mal lo segundo.
La gente ya no le gusta usar su carro particular por lo complejo y lento del tráfico, por la pérdida de la cultura ciudadana, el mal estado de las vías, la ausencia de señalización y recientemente por los reductores de velocidad, de movilidad y por la continua limitación de parqueo en diversas bahías, en donde antes era normal parquear y están llenas una serie de objetos urbanos como “macetas” gigantes que hacen imposible dejar un carro allí. En adición, al evidente déficit de parqueaderos públicos y la reducción de velocidad en las principales avenidas de la ciudad.
Esto hace que la movilidad en Bogotá sea cada vez más compleja para una persona que tiene un carro, porque sabe que cada vez se demora más en llegar a algún sitio y que es muy probable que no pueda parquear; situación que debería ser compensada por el transporte público, pero este también tiene un serio problema de déficit de oferta y de calidad esperada de servicio. Mientras tanto los taxis y compañías de conductores aprovechan el entorno para llevar cada vez más personas de reunión en reunión por la ciudad, y cada vez más personas compran motos, usan bicicletas y patinetas por la ciudad, causando enormes cambios en la cotidianidad, el gasto de los hogares y profundizando el mal comportamiento de las personas en los medios de transporte: hoy no se sabe con claridad por donde debe ir una bicicleta, una patineta y un peatón.
Solucionar este nudo gordiano es muy complejo, porque se ataca a si mismo: continuar con la política pública de desmotivar el uso del carro, sin tener solucionado el transporte masivo, es claramente una sin salida.
El gobierno distrital depende de la sobretasa a la gasolina y el impuesto de vehículos, pero si los desmotiva, no va a tener esos recursos para mantener la malla vial y cubrir otros programas; los transportadores necesitan que las troncales de TransMilenio se construyan y que el SITP funcione, y los ciudadanos hoy lo único que tienen claro, es que se demoran más tiempo en llegar de un lugar a otro.
El tema de la movilidad en las ciudades es como su sistema sanguíneo, porque es la encargada de mover el oxígeno a todas las partes del cuerpo, pero la ciudad crece y sus arterias, no. Era previsible que, con el aumento de la calidad de vida de los bogotanos, se demandaría más transporte, mas carros, más combustibles y más parqueaderos, porque no solo habría más personas, sino más dinero; hoy sabemos que esto va a continuar creciendo, y por eso es fundamental llevar el debate de la movilidad en Bogotá a soluciones de corto plazo, mientras se ejecutan las grandes soluciones eternamente esperadas, o de lo contrario, la respuesta a “¿cuánto dice Waze que te demoras?”, será “más que ayer, y menos que mañana”.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar
camiloherrera@raddar.net