Los tiempos del Ministro de Hacienda no son los mismos que los del empresario. Esta simple verdad, causa problemas en el mercado, debido no solo por el tiempo, sino a las diferencias en mediciones.
Los economistas dependemosde los datos que, de las cuentas nacionales, se publican trimestralmente y con una demora de unos dos meses; esta medición, es la suma ponderada de los balances de muchas empresas, permitiéndonos saber cómo fueron las cosas en el semestre anterior, y sobre eso buscar los mejores estímulos para mejorar el comportamiento del mercado.
Los empresarios miran sus balances de prueba en menos de 15 días de acabado el mes anterior y, en particular, su estado de resultados, para saber si las ventas van según lo planeado, si los inventarios crecen y para revisar el nivel de las utilidades, que es lo que los socios piden, el mercado exige y asegura la continuidad de la compañía.
Esta diferencia en tiempos, entre 15 días de información empresarial y cuatro meses de dato del Producto Interno Bruto, hacen que los tiempos entre el gobierno y el sector privado sean dos velocidades. Pese a que el Dane y el Banco de la República publican datos semanales, no es suficiente para poder ver el ‘estado de resultados’ de la economía nacional.
Esto muestra cómo los empresarios viven en un escenario competitivo y el gobierno económico en un monopolio de acción, donde el primero tiene claras presiones y consecuencias, y el segundo tiene la presión de los grandes inversionistas.
Los gobiernos no viven ‘la urgencia’ de los empresarios de poner las políticas en acción, pues ellos no son medidos mensualmente ni, mucho menos, tienen la amenaza del capital, que los castiga si no cumplen con lo prometido, a excepción del Embi y los flujos de capitales, que son muy sensibles a los datos, pero también están ‘miopes’ en la información.
Esta brecha es muy difícil de administrar porque la información económica va a pie y la empresarial por internet, lo que causa que muchas decisiones empresariales, financieras y de inversión pierdan su momento debido a la ausencia de los datos oficiales del mercado.
Lo anterior ocasiona que muchas empresas busquen información en fuentes privadas o que tomen decisiones con una serie de supuestos ‘educados’, aumentando el riesgo, con sus debidas consecuencias.
La inflación sale cinco días después de acabado el mes, siendo la única información pertinente, continua y confiable del mercado, pero se publica casi siete días después de que el Emisor ha tenido su junta y ha tomado decisiones monetarias, con datos de precios de hace casi 30 días, algo que se puede solucionar moviendo la reunión solo unos días.
Actualmente, el mundo tiene capacidades de información, procesamiento y comunicación muy potentes, pero continuamos acomodándonos a los tiempos a los que estamos acostumbrados, como es evidente en el calendario del Congreso de la República, que sesiona muy pocos días y en unos meses, que, hoy por hoy, son simplemente indefendibles.
Esperemos que las virtudes de la economía naranja lleguen prontamente a las instituciones económicas, y que gracias a las capacidades tecnológicas del mercado, la información oficial deje de ser un dato histórico, casi sin pertinencia para la toma de decisiones del sector privado. El mundo es rápido, el gobierno lento.