Todo lo que suene a cambio es malo, pero todos quieren que las cosas cambien. Los más jóvenes culpan a los más viejos por destruir el mundo, y estos, culpan a los jóvenes de acabar con los valores: la eterna lucha entre lo nuevo y lo viejo.
Es normal que los jóvenes quieran hacer las cosas diferentes a los mayores y que pidan más libertades, pero que sean los jóvenes los que regañen a los viejos por no ser los sabios de la tribu y descuidar a la naturaleza, es algo realmente sorprendente.
Greta Thumberg les cantó la tabla a los gobiernos en un tono emocional y ha sido atacada por la forma en lo que lo dijo, pero no por lo que dijo: estamos en un problema ambiental muy complejo, más la discusión se desvía a si esa “niña” es financiada, si hay una agenda detrás y si lo dijo en el tono correcto, exacerbando a las mujeres que ya están hasta la coronilla de que las traten así, como si fueran una minoría, pese a que siempre han sido la mayoría.
Somos personas, si, en femenino; a ver si así reflexionamos que la diferencia de género siempre ha estado en nuestro lenguaje y somos nosotros los que decidimos usarla como queramos, como le decía en días pasado por Twitter a Margarita Rosa de Francisco, esa inesperada voz que surgió en el país; debemos dejar de debatir por la forma, por el tono, por el color, por la edad y debemos comenzar a pensar en el fondo, el contenido, las diferencias, la experiencia y las nuevas oportunidades.
Los jóvenes lograban continuamente el cambio por ser la mayoría, pero en un mundo donde la tasa de natalidad se ha reducido, en muchas regiones, hay más viejos que jóvenes causando un enorme freno al cambio.
Si seguimos pensando que el futuro del mundo son los niños, nos veremos en serios problemas; debemos comprender que en cada persona está el futuro.
Muchos estudios dicen que vamos mal y otros tantos consideran que vamos bien, y como afortunadamente decía Matt Ridley, “por cada pesimista, llegan dos optimistas a arreglar las cosas”, cuando presentaba su TED hablando que en su generación el mundo se iba a acabar por la lluvia ácida y la tercera guerra mundial y que esto no pasó, porque gracias a los gritos indignados de los jóvenes, muchos se pusieron de acuerdo para evitar que esto sucediera.
Es el momento de que cada persona se comprometa a hacer un cambio que nos ayude a todos, así como cuando donamos sangre, sabiendo que es la única donación que sabemos que es realmente nuestra y realmente llegará a ayudar la vida de otro.
Demos un paso simple, no al tiempo, ni en el mismo sentido, sino dejemos que el baile comience para que muchos más se animen a bailar. Yo hace tiempo empaco los regalos los periódicos viejos.
Todos queremos el cambio y sabemos que hay cosas en las que nunca cambiaremos: esa es la dicotomía; Greta, quiere un cambio global y no va a cambiar su idea.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar.
camiloherrera@raddar.net