¿Cómo será un mundo sin mamás, o por lo menos, uno donde sean una minoría? Es una pregunta que debemos comenzar a hacernos, porque el cambio demográfico es tan grande, que es posible que en Colombia hoy tengamos más hogares con mascotas, que con hijos.
Esta dinámica demográfica redefine no solo lo que sabemos de la familia, sino de la economía, el mercadeo, el gasto e incluso el endeudamiento bancario, pues una de las premisas del modelo económico y del mercadeo es la existencia del hogar como agente económico: como está pasando de ser bigeneracional a unigeneracional, las estructuras de gasto están cambiando radicalmente.
Cerca del 26 por ciento de los hogares en Colombia no tienen hijos, lo que significa no solo que su gasto es diferente, sino que sus preferencias, visión de futuro e inversiones son completamente distintas. Cuando una persona no tiene hijos, su visión de largo plazo es difusa y tiende a hacer más gastos que inversiones, como en turismo y entretenimiento, frente la compra de vivienda o los sistemas de ahorro educativo.
Un mundo sin mamás, no es apocalíptico, pero sí nos abre un debate enorme a muchas preguntas. Hoy, con el aumento de la longevidad es cada vez más común ver a bisabuelos con sus biznietos, demostrando la presencia de por lo menos cuatro generaciones, pese a que las mamás tienen hijos cerca de los 30 años. Así, en pocos años, veremos menos abuelas, porque las mujeres decidieron no tener hijos, transformando completamente la imagen de sociedad que tenemos hoy.
Esta tendencia parece no tener reversa y observaremos cómo las marcas de productos para bebés deberán cambiar sus ventas a otros productos, o desaparecer, y presenciaremos cómo los centros comerciales van a pasar los parqueaderos para embarazadas a más espacios para discapacitados, o una nueva minoría con necesidades particulares que aún no conocemos.
El Día de la Madre será lentamente una fecha que se comenzará a diluir, mostrándonos como el rol más importante de la familia comienza a ser tan escaso, que se convertirán en minorías que deberán ser defendidas con mucho ahínco, porque será incomprendida por muchos. Las salas de maternidad, ginecología, parto, las de amamantar se quedarán solas, siendo reemplazadas, seguramente, por ortopedia o geriatría.
Muchas cosas cambiarán cuando nos quedemos sin mamás, como sin abuelas, pero también sin papás, sin abuelos, sin tíos y primos, sin juguetes, triciclos, pañales para niños, y miles de cosas, instituciones, lugares, olores, sabores, productos, servicios, amigos, familiares, álbunes fotográficos y hasta canciones de cuna.
Veremos un mundo sin hambre, sin pobreza, sin mamás, sin niños. Debemos prepararnos para esto, sin verlo como bueno malo, simplemente el comienzo del freno de nuestra población, no solo en Colombia sino en el mundo, donde las políticas de planificación familiar comenzarán a cambiar de mecanismos para el sexo seguro, hacía el fomento de la natalidad en las nuevas generaciones.
Un mundo de adultos, sin niños; una visión demográfica tan dura, que llegaremos a muchas cosas que hoy son normales y necesarias. Preparémonos para esto, comenzando por grabar la risa y el llanto de un bebé, porque es posible que no los volvamos a oír.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar