En el 2009, la Universidad de los Andes publicó el libro El transporte como soporte para el desarrollo de Colombia, una visión al 2040, con la autoría de Jorge Acevedo, Juan Pablo Bocarejo, Germán Lleras, Juan C. Echeverri, Germán Ospina y Álvaro Rodríguez. En este se hacía una proyección de la situación del transporte en el 2040 y se planteaba la tendencia a la inmovilidad. Seguramente una actualización del estudio indicaría que, dado el notable incremento del parque automotor y el limitado avance en la infraestructura, la tendencia se habría aumentado, particularmente en Bogotá.
Vuelvo sobre el tema, con el título ‘Huecotá’ e inmovilidad, porque cada vez es más crítico. Ojalá algún día pudiera escribir una columna titulada Bogotá y movilidad. Desafortunadamente, por algún tiempo, ojalá no muy largo, tendremos que mantener el título adoptado. La combinación explosiva de la ausencia de un plan integral de transporte (PIT) y por consiguiente de una deficiente infraestructura, un incremento alto del parque automotor, un estado lamentable de las vías y una indisciplina total de conductores y peatones, ha ocasionado un caos en el transporte en ‘Huecotá’ –anteriormente llamada Bogotá–.
El tema del PIT requiere un capítulo especial. Solo resalto nuevamente la urgente necesidad de la elaboración de un plan que considere todos los modos de transporte y su interacción con el Sistema Vial Nacional. Dos ejemplos puntuales son pertinentes: el análisis del cada día más creciente tráfico de motocicletas, y la articulación de las vías nacionales con las de la ciudad. El aumento en el número de motocicletas ha sido gigantesco y es producto de un incremento, bienvenido indudablemente, en los ingresos de la población y descenso en el precio de las motocicletas. Desafortunadamente, con poquísimas excepciones, los conductores actúan irresponsablemente y, de no adoptar medidas efectivas de educación y control, vamos en camino de obtener un indeseable campeonato mundial de accidentalidad con motocicletas. En lo referente al PIT, los accesos a Bogotá, desde todos los puntos cardinales, se han convertido en un verdadero viacrucis, particularmente para quienes residen en las poblaciones circundantes a Bogotá y que laboran en la capital; es inhumano que una persona tenga que gastar 3 o más horas diarias en el transporte a su sitio de trabajo.
La elaboración de un PIT y particularmente su desarrollo físico van a tomar unos años. Por ello resalto la urgente necesidad de adoptar dos medidas de choque, que solucionen, al menos, parcialmente los problemas actuales: educación y control –que el Alcalde Mockus inició, pero desafortunadamente no tuvo continuidad en las siguientes administraciones-, y el arreglo de huecos, que en muchos casos son cráteres.
La reparación de los huecos en ‘Huecotá’ no puede postergarse más. Además de ser una causa adicional de accidentalidad y aumento de costos para los propietarios de vehículos, públicos y privados, reduce considerablemente la capacidad de las calzadas.
Se trata de medidas sencillas que requieren una decisión política y un uso eficaz de los recursos del Plan de Desarrollo del Distrito, que ha previsto la suma de 2,3 billones de pesos para movilidad. Podría ser posible que Bogotá dejara de ser ‘Huecotá’.
Carlos Angulo
Exrector de la U. de los Andes