El aumento de los precios mineroenergéticos desde 2007 se ha reflejado en un aumento de la participación de estos productos en la estructura productiva y en la canasta exportadora colombiana llegando a representar 70 por ciento del valor exportado. La dependencia resultante de la balanza de pagos, la disponibilidad de divisas, y los ingresos fiscales del Gobierno a los ingresos mineroenergéticos presenta retos en el contexto de una destorcida de los precios.
Las caídas recientes en precios del petróleo, que ya están por debajo de los 100 dólares por barril, puede presagiar una tendencia de reducción de precios producto de explotación de hidrocarburos no tradicionales, nuevas tecnologías que permitirán aumentar la producción en yacimientos existentes y el aumento en la producción estadounidense.
El efecto de una caída precipitada del precio del petróleo sobre las cuentas externas, el recaudo fiscal, la financiación de gasto público y el gasto en programas sociales, el valor del peso y la necesidad de reservas internacionales, es un escenario que ya genera preocupación. El proceso de reconversión y reestructuración del aparato productivo puede demorarse y ser insuficiente para reemplazar las divisas perdidas.
Aun cuando hay correctivos y medidas que pueden prepararnos para este escenario en el frente de la política macro, monetaria y fiscal, la solución de largo plazo –aquella que reducirá nuestra vulnerabilidad a precios del petróleo, y en general a precios de un reducido número de productos básicos– es el desarrollo productivo.
Este tiene tres pilares: la diversificación y sofisticación de la canasta exportadora; la densificación y crecimiento del aparato productivo y del tejido empresarial y el desarrollo regional sostenible. Todo sostenido por una institucionalidad que genere la articulación nación-región y entre sector público y privado requerida para políticas de desarrollo productivo efectivas, y en un aumento de la inversión tanto nacional como extranjera.
Lograr avances en el primer pilar requiere resolver cuellos de botella y barreras no arancelarias que han impedido el aprovechamiento de oportunidades comerciales logradas con acuerdos comerciales. Los cuellos de botella incluyen problemas de reglamentos técnicos, acreditaciones internacionales y reconocimiento de certificados de calidad, disponibilidad de laboratorios nacionales para pruebas de calidad, mantenimiento del estatus fito-sanitario, desarrollo del sistema de metrología y resolución de problemas de etiquetado. Todos estos temas requieren intenso trabajo interinstitucional entre MinCit, Minagricultura, Minsalud, ICA, Invima y otros. Requieren de un Sistema Nacional de Competitividad e Innovación y un subsistema nacional de calidad, capaz de identificar y dar solución a muchos de los problemas que hacen más difícil que las empresas se vuelvan exportadoras.
El segundo y tercer pilar requiere políticas coordinadas de Bancoldex, el PTP e iNNpulsa, junto con el Viceministerio de Desarrollo Empresarial, que potencialicen la gestación, creación, crecimiento y maduración de nuevas empresas innovadoras, aglomeraciones y encadenamientos productivos. La solución de problemas de acceso a crédito, la simplificación de trámites para la creación y disolución de empresas y la inserción de empresas en cadenas locales y globales de producción redundarán en aumentos en la productividad. Todo desde una perspectiva de desarrollo regional sostenible.
Resolver nuestros potenciales problemas macro, requiere soluciones a nivel de empresa. Soluciones micro.
Daniel Gómez G.
Asesor, Ministerio de Comercio, Industria y Turismo