La pregunta vuelve y surge por esta época, en la cual se estrena un nuevo calendario. “¿Qué hago con mi plata?” es una inquietud recurrente en múltiples conversaciones, aparte del nivel de ahorro de cada cual. Todos y cada uno quieren ver que su dinero se multiplique en el menor tiempo posible, ante lo cual la respuesta de los profesionales es recordar los principios de siempre: seguridad, rentabilidad y liquidez. Del peso que se le otorgue a esos factores, dependerá el resultado final.
No faltan, por supuesto, las propuestas que pintan escenarios maravillosos. Sin embargo, quien haya invertido en Bitcoin hace un año, a pesar de las advertencias sobre los peligros de la burbuja especulativa, habrá experimentado en carne propia el dolor de ver reducirse su capital. La semana pasada la criptomoneda cerró por debajo de los 3.700 dólares, menos de una tercera parte de su cotización de doce meses atrás.
La admonición en favor de la cautela es válida, ahora que son más usuales las invitaciones a ingresar al mundo del riesgo, asociado a la revolución tecnológica. Servir de “ángel” o de participante inicial en un proyecto que promete convertirse en sensación al cabo de meses, llama la atención para aquel que sueña con beneficiarse de valoraciones millonarias. La opción es legítima, aunque vale la pena recordar que solo una fracción de las ideas que nacen acaba fructificando, por lo cual los especialistas prefieren poner huevos en muchas canastas. El que empolle, compensa las pérdidas de los que no.
Para la inmensa mayoría de la gente, no obstante, las que importan son las alternativas usuales. A este respecto, vale la pena situarse en un contexto de tasas de interés bajas, dentro y fuera del país. En lo que atañe a Colombia, el rendimiento promedio de un certificado de depósito a término está en 4,5 por ciento anual, con posibilidades de subir algo en el segundo semestre si la inflación aumenta.
Un título equivalente en dólares está por debajo de ese nivel, incluso después de las recientes vueltas de tuerca dadas por el Banco de la Reserva Federal en Washington. Aquí también la expectativa es que los intereses sean mayores a finales del 2019, aunque todo indica que la senda de reajustes será menor de lo que se pensaba unos meses atrás.
En esas cuentas, un colombiano siempre piensa en la devaluación, sobre todo después de que el billete verde se encareció casi 9 por ciento en el 2018. Al respecto, los conocedores se abstienen de hacer pronósticos y recuerdan que hay que fijarse en el principal determinante del precio de la divisa, que es la cotización del petróleo en nuestro caso. El hecho de que el barril de la variedad Brent esté por encima de los 60 dólares otra vez, explica por qué la tasa de cambio de hoy es inferior a la del cierre de diciembre.
El otro camino que muchos exploran es el de las acciones. La senda del año pasado fue tortuosa, con una caída del 12,4 por ciento en el índice Colcap que es todavía mayor si de las cuentas se excluye el título de Ecopetrol que avanzó cerca de 20 por ciento. Desde el punto de vista de múltiplos y otras valoraciones, el espacio para ganancias es importante ahora, pues las compañías listadas en la Bolsa de Colombia andan bien en su mayoría. Para que ese potencial se concrete, resulta fundamental que vuelvan los compradores y, de paso, la confianza de los inversionistas, algo que aun no ha sucedido.
Parte del problema es que el panorama está lleno de incertidumbres. Las dudas sobre la economía global van al alza, acentuadas por fantasmas como el de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Los episodios de volatilidad reciente son un campanazo de alerta que vale la pena escuchar y que le dan más realce al principio de seguridad, pues el que se arriesgue a especular puede ganar o acabar pagando muy caro su arrojo.