El pasado lunes la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas anunció los nominados a su nonagésima segunda ceremonia de premiación, a celebrarse en febrero.
Los llamados premios Óscar son los reconocimientos más prestigiosos en la multimillonaria industria del entretenimiento norteamericano. Concentran la atención mediática mundial, simbolizan el glamour de Hollywood y son sinónimo de las mejores películas en sus distintas categorías.
En los últimos años un nuevo pulso se ha sumado al tradicional enfrentamiento entre los estudios, actores, directores y demás técnicos. Se trata de la batalla global por el control y el consumo de los contenidos de entretenimiento.
Desde hace 6 años la ceremonia de los Óscares cuenta con unos nuevos invitados, las plataformas de streaming, cuyas películas y documentales se pueden ver desde la comodidad del sofá de la casa.
Netflix, la pionera de estas plataformas, por primera vez en 2020 lideró el ránquin de nominaciones con 24 candidatos a llevarse la preciada estatuilla. Aunque los estudios tradicionales de Hollywood le siguieron de cerca, el auge de estas películas por streaming en estos premios implica un pulso entre una manera tradicional de producir, financiar y distribuir cine y otra desde internet.
Desde 2014 Netflix le ha venido apostando a jugar de tú a tú con esas grandes compañías cinematográficas de Hollywood. El avance de la plataforma, medido por las nominaciones y los premios más destacados, es notable.
Por ejemplo , en la categoría de Mejor Película, la más cotizada, dos filmes fueron lanzados en Netflix: “El Irlandés” de Martin Scorsese e “Historia de un Matrimonio” de Noah Baumbach. Si alguna de ellas es la ganadora, sería la primera vez que el mejor filme del año se haya estrenado en un servicio de streaming.
Esta plataforma compite en categorías de actuación, guión, películas animadas y documentales. Sin contar este año, Netflix ya se ha ganado seis Óscares, tres el año pasado con “Roma” del mexicano Alfonso Cuarón.
En otras palabras, una guerra, con mucho dinero de por medio, entre las pantallas grandes de los teatros y las pantallas chicas de los televisores, los celulares y las tabletas.
De hecho, durante 2019 se abrió un nuevo frente de competencia entre servicios de streaming. A Netflix le surgió una poderosa contraparte. En noviembre pasado, la multinacional Disney lanzó su propia plataforma llamada Plus en Estados Unidos, Canadá y los Países Bajos.
A estos dos grandes jugadores en esta guerra de las pantallas se suman otros pesos pesados del entretenimiento global: AT&T-Time Warner, Comcast, YouTube, Apple y Amazon. Tecnología se está fusionando con entretenimiento para no sólo brindar más calidad a los millones de usuarios en todo el planeta sino también ofrecer unos precios competitivos.
Nunca antes la máxima de “El contenido es rey” había sido más poderosa. Un reciente informe de la revista The Economist calcula en unos 650 mil millones de dólares las inversiones en adquisiciones de contenido, empresas y programación que estos conglomerados han realizado en los últimos años.
Distintos debates se han disparado por esta rápida concentración de las plataformas, las franquicias, las películas, las series y los documentales en un puñado de corporaciones. Uno de ellos lo protagonizó el director Scorsese al descalificar la calidad cinematográfica de la bonanza de películas de superhéroes.
Para los productores locales en Colombia y la región esta reconfiguración ya está ofreciendo tanto el reto como la oportunidad de crear series y contenidos tan buenos y universales que atraigan audiencias del mundo entero en este pulso por la diversión.
Francisco Miranda Hamburger
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