A juzgar por el 78 por ciento de aprobación que revela una reciente encuesta del diario El Financiero, los 100 primeros días de gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo ponen en el mejor de los mundos, pese a que los mercados externos siguen viendo sus políticas con escepticismo y algunas firmas evaluadoras de riesgo han cambiado de estable a negativa la perspectiva de calificación a su deuda soberana, como Standard & Poor’s. Similar suerte corrieron importantes empresas como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
La luna de miel, que le da el mejor índice entre los presidentes mexicanos en los últimos 30 años, más allá de la novedad de su estilo cercano y popular, tiene que ver con el hecho de que ha cumplido a rajatabla las promesas de gobierno que lo hicieron arrasar en las elecciones presidenciales y que tan hondo han calado en el mexicano de a pie.
Duplicar la pensión de los adultos mayores, la responsabilidad fiscal, echar para atrás la polémica reforma educativa, el programa de becas llamado ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’ y el anuncio de algunas obras de infraestructura, como la construcción de una nueva refinería o el tren maya, han sido iniciativas percibidas positivamente por la mayoría de los ciudadanos mexicanos que se sienten identificados, además, con otras medidas más de tipo populista como convertir la residencia presidencial de Los Pinos en un museo, o vender el avión presidencial y viajar en vuelos comerciales.
Palabras aparte merece la decisión de dejar de usar los oleoductos para el transporte de combustibles, como una forma de combatir las mafias que perforan los tubos para robarse la gasolina. Ahora se usan camiones cisterna custodiados, lo que ha creado no pocos problemas de abastecimiento, pero que los ciudadanos han visto con buenos ojos, según las mediciones de opinión, a pesar de los altísimos costos.
No le ha ido tan bien, en cambio, a su idea de quitarles subvenciones a las guarderías infantiles para darles ese dinero directamente a los padres. Tampoco ha tenido muchas loas la iniciativa de hacer cambios en el programa de auxilios a las casas de refugio para mujeres víctimas de la violencia machista, y es muy polémica su propuesta de crear una Guardia Nacional que sirva para enfrentar los gravísimos problemas de violencia generados por el narcotráfico y que ponen a varias de las ciudades mexicanas en la lista de los lugares más peligrosos del mundo.
La principal crítica ha venido de los organismos defensores de derechos humanos que creen que este nuevo cuerpo de unos 50 mil hombres, integrado por exmiembros de las fuerzas armadas, militarizará aún más el país luego de que el ejército se vio obligado a salir a las calles a ejercer funciones de seguridad pública porque las policías estatales y municipales se han visto rebasadas por los fenómenos de violencia. La medida ya tiene los apoyos necesarios para ser promulgada tras una intensa campaña para recabar los votos necesarios, tanto en el Congreso como en las asambleas legislativas estatales.
Ahora bien, su particular estilo de diálogo diario y directo con los ciudadanos está rompiendo los parangones de la comunicación política, pues todos los días, muy de mañana, hace una rueda de prensa que está siendo subida a Spotify, la popular aplicación de música, con sorprendentes reacciones.
Echar para atrás, a través de un inédito referendo, la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, incluso antes de posesionarse, y su discurso económico con una fuerte marca ideológica de izquierda crean más dudas que certezas en los mercados. Por ahora, ha dicho que no limitará a las calificadoras, pero aún faltan poco menos de seis años para saber, a ciencia cierta, hasta dónde puede llegar su nuevo modelo de gobierno, en la segunda economía de la región.
Ricardo Ávila Pinto
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