Nadie sabe muy bien por qué, pero el que transcurre no es un buen mes para los mercados de valores. Los estudiosos de la historia económica saben que la expresión ‘jueves negro’ se acuñó después de la descolgada de Wall Street el 24 de octubre de 1929, considerada el detonante de la Gran Depresión del siglo pasado. También es conocido que en 1987 surgió la expresión ‘lunes negro’, después de que en el mismo periodo de 31 días se desplomaron los índices accionarios.
Todavía no es claro si la jornada de este miércoles quede inscrita en los anales bursátiles. Aun así, el descenso de más del 3 por ciento en el Nasdaq neoyorquino, que se concentra en especies del mundo de la tecnología, sacudió la confianza de los inversionistas más experimentados. A fin de cuentas, el retroceso no solo acabó siendo el mayor de los últimos siete años, sino que borró de un plumazo los avances en lo corrido del 2018.
A decir verdad, el fenómeno es global. El indicador FTSE que toma como referencia lo que pasa con las acciones en los cinco continentes, muestra una pérdida del 7,3 por ciento este mes. De un total de 3.211 títulos considerados, cerca de una tercera parte ha caído más del 20 por ciento en dólares.
Colombia no ha salido indemne de ese coletazo. En la víspera, el índice Colcap volvió a bajar, con lo cual la disminución frente a su nivel de comienzos de enero es del 6,7 por ciento. Por su parte, el dólar subió casi 40 pesos, alcanzando incluso a negociarse en 3.218 pesos antes de que las cosas se calmaran un poco. Para este jueves, la tasa representativa de mercado es de 3.149,7 pesos, con lo cual la devaluación hasta la fecha va en 5,6 por ciento.
Como es usual en estos casos, no hay un elemento individual que explique lo ocurrido. Aun así, los conocedores encabezan la lista con una serie de preocupaciones fundamentadas respecto al ritmo de la economía global. Tras un ciclo expansivo que dura ocho años, el planeta empieza a mostrar signos de agotamiento. Y si las expectativas se vuelven más negativas todavía, no hay duda de que vendrán baches en el camino.
No se trata solamente de impresiones. Los analistas tomaron nota del reporte entregado por China la semana pasada, según el cual su producto interno bruto mostró una expansión de 6,5 por ciento. Aunque ese número ocasiona envidia en cualquier latitud, para la nación más populosa del planeta confirma que hay una desaceleración en marcha, pues la cifra en cuestión es la más baja desde el 2009.
Si al otro lado del Pacífico hay inquietudes, cruzando el Atlántico también. El presupuesto que presentó el Gobierno italiano, cuyo corte populista es conocido, lo llevó no solo a chocar con la Unión Europea, al violar los preceptos sobre el déficit fiscal aceptable en la zona euro, sino a sacudir los mercados de bonos. El margen de riesgo de los bonos viene en alza y eso pone en problema la sostenibilidad de la deuda pública en un país cuyas acreencias son las mayores del Viejo Continente, como proporción de su economía.
Para completar, las utilidades de las empresas estadounidenses están por debajo de las expectativas. Parecería que el impulso a las ganancias que generó la rebaja en los impuestos que impulsó Donald Trump empieza a diluirse, lo cual pone nerviosos a los compradores de acciones. Además, el impacto de la guerra comercial entre Washington y Pekín apunta a empeorar la coyuntura.
Todo lo anterior sucede en un ambiente de tasas de interés al alza. El fortalecimiento del dólar hace atractivos unos artículos en desmedro de otros, con lo cual la mezcla de portafolios que se recomponen con incertidumbre sobre el futuro crea un coctel difícil de digerir. Ese es el motivo por el que este octubre confirmaría la fama de ser un mes turbulento.
Ricardo Ávila Pinto
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@ravilapinto