Han pasado tres años desde cuando Colombia logró algo que en otras sociedades habría sido motivo de celebración: de acuerdo con el Banco Mundial y varias entidades más, por primera en nuestra historia el tamaño de la clase media superó al de los pobres.
Recordar semejante hito es apropiado a raíz de la discusión que se ha presentado por cuenta del proyecto de ley de financiamiento que fue radicado la semana pasada en el Congreso. El señalamiento de que se quiere castigar a aquellos ciudadanos que están en la parte central de la pirámide de ingresos, es uno de los argumentos que usan quienes se oponen a la iniciativa.
Antes de entrar en el debate, vale la pena hacer una nota metodológica. En las clasificaciones internacionales hay consenso con respecto a una serie de líneas de corte, en cuya definición influyó de manera determinante el especialista Homi Kharas, vinculado a Brookings Institution, un tanque de pensamiento con sede en Washington.
Así, una persona es considerada pobre si gana menos de cinco dólares al día en promedio, suma ajustada por el poder de compra del sitio en donde había.
Por otro lado, un individuo se describe como rico si gasta más de 110 dólares al día, en promedio. Contra lo que pudiera creerse, los que están entre esos dos rangos se dividen en un par de grupos adicionales: vulnerables, entre 5 y 11 dólares diarios, y clase media, que es la que está entre 11 y 110 dólares. La condición de vulnerabilidad se deriva de la posibilidad de devolverse a la pobreza si sucede un evento como la pérdida del empleo o una enfermedad que afecte la capacidad de recibir recursos del núcleo del hogar.
En contraste, aquellos que se encuentran en la clase media cuentan con una probabilidad mayor de aguantar un golpe de esa naturaleza. Ese es el motivo por el cual resulta difícil dar marcha atrás, y es tan significativo lo que ha ocurrido en el mundo en tiempos recientes. De hecho, a finales de septiembre Kharas y su colega Kristofer Hamel escribieron que por primera vez en los 10.000 años que lleva la civilización que abandonó el nomadismo, más de la mitad de los habitantes del mundo no son ni vulnerables ni pobres.
Las cifras provienen del World Data Lab, que tiene sede en Austria y es considerado el organismo más serio con respecto al tema. Con base en los datos de 188 países, este afirma que hay unos 3.800 millones de personas que forman parte de la clase media o son ricos, y que el crecimiento de ambos segmentos debería continuar en el futuro previsible. Para ponerlo en perspectiva, el cálculo es que para el 2030, el tamaño de la clase media se habrá incrementado en 1.700 millones de seres, para un total de 5.300 millones por cuenta, sobre todo, Asia.
Para Colombia, los datos son llamativos. La misma entidad entrega cifras que a más de uno le pueden sonar sorprendentes, pero que están fundamentadas. El reporte es que en el 2018, el número de pobres es de 9,5 millones, el de vulnerables de 12,8 millones, el de la gente de clase media de 27,7 millones y el de ricos de 786.502.
No menos interesantes son las tendencias. Frente a las estadísticas actuales, en el 2030 la clase media aumentaría 32 por ciento hasta 37 millones y la rica más que se duplicaría al alcanzar 1,8 millones. En contraste, la cantidad de pobres bajaría 26 por ciento y la de vulnerables, 7 por ciento. De cumplirse el pronóstico, para finales de la próxima década más de dos terceras partes de los colombianos estarían en la mitad de arriba de la pirámide de ingresos.
Todo ello debería ser motivo de reflexión, ante la resistencia de la clase media o de sus supuestos voceros a la hora de pagar impuestos. Si el grupo mayoritario no considera que tiene la responsabilidad de tributar para sostener el aparato, entonces ¿quién?
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto