Cuando en enero pasado la barranquillera Paulina Vega ganó el título de Miss Universo, el júbilo de muchos colombianos fue notorio. Más de uno consideró que así quedaba saldada una especie de deuda histórica del concurso internacional con un país a cuyas representantes se les había negado la corona en varias oportunidades previas, algo que dio origen a todo tipo de absurdas teorías de la conspiración.
Pero la felicidad también se sintió en otras latitudes, aunque no exactamente por los mismos motivos. En Estados Unidos, los dueños de la franquicia celebraron que el índice de sintonía fue el más alto de los últimos cinco años, pues la final se vio en 7,6 millones de hogares norteamericanos, lejos de otras épocas, pero lo suficientemente aceptable para atraer anunciantes importantes.
Uno de los motivos fue el evidente sabor latinoamericano de la premiación, que realmente solo se sigue en el mundo de habla hispana y en el sudeste asiático, al menos en la señal de televisión abierta. Por tal motivo, la principal cadena estadounidense en español, Univision, la tenía destacada entre su programación anual, junto con otros dos reinados tradicionales del país del norte: Miss América y Miss Teen Usa.
Ese fue el caso hasta ayer, vale la pena aclarar. Un comunicado expedido por la empresa, con sede en Los Angeles, informó sobre la decisión de romper el contrato de transmisión con la Organización Miss Universo, que es la compañía que produce el concurso del mismo nombre.
El motivo es claro: las declaraciones del dueño más visible del reinado, el multimillonario Donald Trump. Y es que el pasado 16 de junio, al lanzar su sombrero al ruedo en la búsqueda de la candidatura presidencial por el Partido Republicano, el magnate se fue lanza en ristre contra los supuestos males que aquejan a su país.
Uno de sus más ponzoñosos dardos le fue clavado a México, del que sostuvo que “no es nuestro amigo”. Además, señaló que la nación ubicada al sur del río Grande “está enviando gente con un montón de problemas”, incluyendo narcotraficantes y violadores. Prometió construir un muro en la frontera, algo de lo que se preció saber, y en general descalificó a la minoría de mayor tamaño en Estados Unidos, con la cual se identifican 34 millones de personas.
Con el paso de los días, la rabia creció de forma sostenida. Múltiples notas de prensa señalaron la metida de pata, al tiempo que los competidores de Trump se distanciaron de sus planteamientos. La más vehemente fue Hillary Clinton, la casi segura aspirante por el Partido Demócrata, quien no desaprovechó la oportunidad para congraciarse con los votantes hispanos, que mucho tuvieron que ver con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.
Y el tema económico no demoró en saltar a la palestra. El respetado periodista Jorge Ramos subrayó en una columna, que el poder de compra de los más de 50 millones de hispanos asciende a 1,2 billones de dólares (trillones, para los angloparlantes), una suma con la cual podrían adquirir tres veces los que produce Colombia en un año.
Puesta a escoger, la decisión de Univision resultaba casi obvia. En lugar de enemistarse con su base de clientes, optó por cancelar la transmisión de los reinados, lo cual quiere decir que el número de personas que verán a la sucesora de Paulina Vega en Estados Unidos será mucho menor que en el 2015.
Desde el punto de vista monetario, el golpe para Trump no será considerable. Con una fortuna calculada por Forbes en 4.100 millones de dólares, la pérdida de valor de Miss Universo es de orden menor.
No obstante, el mensaje sobre la cada vez mayor importancia política y económica de la población latina es elocuente. Y así como el magnate no llegará a la presidencia de Estados Unidos por su imprudencia, ninguna empresa osará enemistarse con una minoría cuyo poder no hace más que aumentar.
Ricardo Ávila Pinto
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@ravilapinto