El mejor documental del año de acuerdo a los recientes premios de la Academia, American Factory, de los directores Julia Reichter y Steven Bognar, es imperdible. Si aún no lo ha visto, tómese el tiempo.
Se encuentra en Netflix. American Factory promueve dos discusiones centrales frente a las cuales Colombia no es ajena. En primer lugar, la expansión de la inversión y las empresas chinas, y segundo, los efectos de la automatización, como realidad galopante producto de la Cuarta Revolución Industrial.
Según Procolombia, durante los últimos cuatro años, el número de empresas chinas en el país se ha cuadruplicado, pasando de 20 a 80 compañías en diversos sectores como son las telecomunicaciones, la infraestructura y recientemente la minería.
El dragón asiático tiene sus ojos puestos en Colombia y esto supondrá retos y oportunidades para nuestra economía.
Primero está el tema de la mano de obra de las empresas chinas, quienes en su mayoría traen trabajadores nacionales a países como el nuestro. Esto supone un choque cultural por la diferencia en modelos, creencias y estilos de vida de los asiáticos que llegan a nuestro país.
Merece la pena decir que la inmigración y la diversidad son positivas para las sociedades, y que muchas veces los procesos de innovación son productos de esta situación.
En cuanto a los retos del choque de culturas, American Factory retrata de manera elocuente cómo los procesos de productividad y estilos de trabajo de los norteamericanos y los chinos, se encuentran de manera brusca. ¿Se ha evaluado si en Colombia pasa algo semejante?
Vale la pena tener la conversación y prepararse con tiempo y pedagogía con empresas y comunidades, para que esos encuentros culturales sean complementarios y no resulten en confrontaciones.
El otro debate clave que el documental plantea, tiene que ver con los efectos de la automatización y el futuro del empleo. Por un lado, se presenta de manera sucinta cómo el desarrollo de robots sofisticados puede reemplazar a un número importante de trabajadores en labores manuales e industriales, generando un aumento en la productividad y los rendimientos de las empresas, con efectos sociales complejos.
De acuerdo a un reporte del McKinsey Global Institute en 2017, en todo el mundo, unas 375 millones de personas tendrán que cambiar de trabajos debido a la sustitución que robots y algoritmos tendrán en algunas áreas laborales.
Al no ser un país altamente industrializado, Colombia no sentirá la magnitud de este impacto como lo harán países como Estados Unidos o México, sin embargo, esta situación es inevitable.
En este sentido no sólo valdría la pena que instituciones como el DNP junto con el DANE, estudien y evalúen nuestra vulnerabilidad como país y al tiempo propongan ideas para adaptarnos a este cambio.
Debemos aprovechar la presencia del Centro para la Cuarta Revolución Industrial del Foro Económico Mundial, en Medellín, para llevar a cabo evaluaciones de este estilo. Documentales como American Factory son útiles para promover debates que posteriormente resulten en políticas y acciones de adaptación ante el cambio.
Federico Hoyos Salazar
Embajador en Canadá.
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