Detrás de cualquier tipo de análisis y conclusiones, existen intereses políticos y empresariales que buscan desacreditar el propósito del recaudo por parte del Gobierno. En el entretanto, los espectadores, representados, en gran parte, por la clase media alta –la ubicada entre esta y la población con menores ingresos–, solo repiten, según la interpretación que le dan, de acuerdo a los intereses de unos y otros. Desde esta óptica, se han escrito innumerables cuentos en los cuales se ha presentado como el personaje malo al Gobierno y detrás los congresistas que apoyaron el proyecto de ley.
Los impuestos, más allá de una reasignación de recursos, buscar la financiación de bienes y servicios de carácter público y preservar el bienestar general, son la representación del estado de salud de una economía y un país. El Gobierno no puede pretender cobrar dineros inexistentes, tampoco debe caer en la parsimonia tendencial de tipo y formas de impuestos, más aún cuando se ha dado una reorganización administrativa y productiva que ha tenido como fin buscar eficiencias en los sistemas y en la interacción pública - privada.
No hay que dejar de lado el nivel de inversiones que se ha realizado en infraestructura. Para ello se ha considerado la empresa privada como eje central y principal para su ejecución. Paralelo a la ejecución, se entregó la administración y el recaudo en cuentas particulares, que se deberá realizar por varios años como parte del pago hacia los privados. Por ser nueva infraestructura y sistemas apoyados con actualizadas tecnologías, asimismo debe ser el impacto sobre la economía, la productividad, el empleo y en los ingresos, y con mayor razón en los balances de las empresas.
Este modelo de Estado se viene realizando con mayor ímpetu durante los últimos 15 años. Siendo así, es necesario reclamar sus resultados por la madurez que debe tener. La ciudadanía no puede caer en creencias coyunturales, sin observar tanto el bosque como cada árbol representados en las privatizaciones, normas y concesiones de servicios y bienes públicos otorgadas a empresas privadas. Llegó la hora de que el sector privado incremente su participación en el PIB, mejorando la productividad con costos eficientes. Es el momento para que el PIB colombiano deje de ser una variable alimentada, en gran medida, por el consumo, 82% (incluye lo importado, 29%); formación bruta de capital, 30%, y solo el 16% correspondiente a exportaciones.
Por otra parte, las variaciones del recaudo desde el 2002, considerando las cifras de ingresos tributarios, reportadas por la Dian, desde la Coordinación de Estudios Económicos, dejan ver que disminuyó. La sostenibilidad económica y el cumplimiento de las funciones por parte del Estado fueron debilitadas, esto sucedió, en mayor medida, entre el 2006 y 2010.
Francisco Montes Vergara
Magíster en Economía
FJMONTES4@hotmail.com
columnista
Cuentos tributarios
Los impuestos, más allá de una reasignación de recursos, buscar la financiación de bienes y servicios de carácter público.
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Francisco Montes
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