Aunque muchos culpan a Trump por el desorden multilateral, ignoran que es un problema sistémico. De hecho, encuentro iluminados muchos de sus actos de gobierno, cuando dejan en evidencia las sombras de la globalización.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) fracasó desde que se frustró su creación en Bretton-Woods. A partir de entonces, la cooperación fue deshonrada, siempre hubo perdedores, y el comodín de la competencia desleal se mantuvo camuflado tras las medidas desesperadas con las que todos hicieron frente a la recesión (Zero-Sum World. Rachman, 2010).
Influencia estatal o libertarismo, nadie confía en los jugadores ni cree en el juego. Todos quedaron expuestos a ser defraudados, y se dispersaron los pocos incentivos que algunos disfrutaban, como la proporcionalidad con la que imponían condiciones y distribuían beneficios.
Poder detrás del trono, el Órgano de Apelación se convirtió en el más relevante de la OMC. Y sabemos que cuando las nóminas equivalen a bufetes, los artilugios cobran valor; por esto celebro que, adusto en medio de sus payasadas, Estados Unidos bloqueara los nombramientos que afectan el quórum para su funcionamiento (10/12/2019).
La divergencia de objetivos y principios, la mala regulación, la carencia de compromisos vinculantes y administración de consecuencias, y las excepciones, anularon la gobernabilidad desde su génesis. Verbigracia, aceptar a China sin cumplir mínimos necesarios, permitió que pasadas dos décadas continúe manipulando tasas de cambio, costos laborales y precios, generando desequilibrios globales que ahora le pasaron factura, registrando su menor crecimiento en 3 décadas.
La Unión Europea es otra falacia. Cuestiona el Capitalismo de Estado del ‘Rival Sistémico’ (EU-China: A strategic Outlook. European Commission, 2019), pero sus subsidios agrícolas siempre han sido comparables. De hecho, las distorsionadas subvenciones de la Ocde y la UE, Clubes de Mejores Prácticas, aproximan el 20% de sus ingresos brutos (Agricultural Policy Monitoring and Evaluation, 2019). Noruega (63%), Suiza (54%) y China (supuestamente, 15%).
Considerando estas contradicciones, la “Guerra Arancelaria” ha sido statu-quo, pues la forma de enfrentarla ha sido promoviendo la colusión, mediante bloques emergentes, artificiales o ‘virtuales’, que perpetúan los mismos problemas (Rebelión en la granja, Orwell), toda vez que terminan inventando subterfugios o apelando a viejas tradiciones para traicionarse.
La OMC tampoco supo asimilar las corruptas innovaciones tributarias, como los paraísos y precios de transferencia, y perdió terreno con el continente digital, que conquistó la soberanía de los modelos de negocio multinacional. Ahora, EE. UU. tiene en su radar la Google Tax, que aprobó Francia para regular las gigantes tecnológicas y gig -GAFA, Uber y Airbnb, entre otras-, advirtiendo que compensaría cualquier medida ‘desproporcionada’.
Entretanto, celebrando nuestra presunta Independencia, el Presidente Duque dice que necesitamos una “desregulación inteligente”, mientras la MinTIC, Sylvia Constaín, y la agonizante Comisión de Regulación de Comunicaciones, demostraron incompetencia ante la dominancia. Quedó Claro.
Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Analista
(german.vargas@uniandes.edu.co)