La marginación, además de reducir el bienestar de los grupos discriminados, ocasiona pérdidas de productividad, en la medida en que genera una asignación ineficiente del talento humano.
En 1960, el 94 por ciento de los médicos y abogados en Estados Unidos eran hombres blancos. En el 2008, la proporción era 62 por ciento. Cambios similares en otras ocupaciones de alta calificación ocurrieron en la economía estadounidense durante los últimos cincuenta años.
Dado que es poco probable que haya diferencias innatas de talento entre géneros y razas, la distribución ocupacional en 1960 indica que un grupo considerable de hombres negros, mujeres negras y mujeres blancas no se desempeñaba en un empleo acorde a su talento innato.
¿Cuántos se gana por reducir la discriminación? En estudio reciente, un grupo de economistas de las universidades de Chicago y Stanford aborda este problema desde una perspectiva de equilibrio general para la economía de los Estados Unidos (http://klenow.com/HHJK.pdf). En primer lugar, el modelo considera diferentes ocupaciones e incorpora dos tipos de discriminación: La primera, se presenta en el proceso de educación o adquisición del capital humano. La segunda se presenta en el mercado laboral. En segundo lugar, aunque diferentes individuos tienen diferentes habilidades, se supone que la capacidad de los individuos para desempeñar trabajos no tiene relación con su raza.
El modelo es calibrado para la economía de los Estados Unidos y configura los cambios en las barreras frente a la elección ocupacional de las mujeres y los afrodescendientes para reproducir los datos observados en ese país desde 1960 hasta el 2008. De forma consistente con el aumento en la participación de mujeres y afrodescendientes en los empleos de alta calificación, los autores encuentran grandes reducciones de las barreras discriminatorias. Posteriormente, calculan los efectos agregados de la reducción de las barreras laborales. Sus cálculos sugieren que la caída en las barreras discriminatorias pueden explicar 15 a 20 por ciento del crecimiento del ingreso por trabajador, 75 por ciento del aumento en la participación laboral de las mujeres, 100 por ciento de la reducción del diferencial salarial entre hombres y mujeres, y 100 por ciento de la convergencia salarial entre blancos y negros. El documento en cuestión ofrece una respuesta preliminar y no está libre de críticas. No obstante, ofrece un marco teórico y una metodología empírica para estimar los costos económicos agregados de la discriminación.
Por supuesto, este artículo tiene implicaciones de política económica muy fuertes. La lucha contra la discriminación no sólo es deseable desde el punto de vista de justicia social sino que puede acelerar el crecimiento económico
¿Es posible extraer lecciones para Colombia? Desconozco si alguna entidad dispone de la información necesaria para replicar este estudio para el caso colombiano. Sin embargo, la desigualdad de oportunidades, la concentración de minorías étnicas en regiones pobres y muchas observaciones casuales sugieren que el costo de la discriminación en el país puede ser muy alto.
Hernando Zuleta
Profesor Asociado, U. de los Andes
hernando.zuleta@gmail.com