Juan Esteban Piedrahita, ex director del Departamento Nacional de Planeación, planteó la posibilidad regionalizar el salario mínimo con el objeto de reducir el desempleo.
Recientemente en la revista Dinero, Daniel Gómez, estudiante de doctorado de la Universidad de Chicago, sugirió que este tipo de política pude ayudar a reducir la pobreza.
En las siguientes líneas presento tres argumentos que, aunque no están directamente relacionados con los objetivos de política planteados por Piedrahita y Gómez, llaman la atención acerca de la conveniencia de la regionalización del salario mínimo.
1. Costo de vida. En principio el salario mínimo busca garantizar un ingreso real digno para los trabajadores, esto es, que cada persona pueda satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia y procurar una vida digna para sí mismo y para los suyos.
Bien, dado que el Índice de Precios al Consumidor y el costo de vida varían de región en región, el salario mínimo real también difiere entre una región y otra. En particular, en las regiones donde el costo de vida es más bajo el salario mínimo real es más alto.
2. Distribución funcional del ingreso. Considere un país con un ingreso por habitante mensual de doscientos pesos. Ahora suponga que el salario mínimo es superior a doscientos pesos. Las firmas de este país tienen dos opciones: cerrar o ser firmas informales.
Lamentablemente, esta no es una situación hipotética: existen municipios en Colombia cuyo ingreso por habitante es menor al salario mínimo nacional. Para que haya actividad económica formal es necesario que el salario mínimo sea inferior al ingreso por trabajador (ingreso total dividido entre el número de personas ocupadas).
3. Existe una amplia literatura acerca de la relación entre los precios de los factores de producción y los flujos de capital.
En general, la teoría indica que las firmas tratan de ubicarse en las regiones donde el factor que más abunda es el que las firmas utilizan de manera más intensiva. Esto sucede porque, en general, el factor más abundante es también relativamente más barato.
En este orden de ideas, las firmas productoras de bienes intensivos en trabajo básico deberían ubicarse en las regiones más pobres donde el trabajo es relativamente abundante y el capital es escaso. No obstante, la existencia de un salario mínimo nacional elimina (para el sector formal) el atractivo de dichas regiones.
Por último, dado que existe una correlación positiva entre el costo de vida y el nivel de ingreso, los tres argumentos presentados señalan la conveniencia de establecer diferencias regionales en el salario mínimo.
Una posibilidad es ajustar los salarios mínimos nominales para que el salario mínimo real sea el mismo en todas las regiones.