Como lo anotábamos en esta misma columna, como embajadores ante la Casa Blanca, con la valiosa colaboración de Fernando Cepeda, nos correspondió llevar a buen puerto en su fase final el absurdo pleito con el cual Nicaragua ha intentado revivir, otra vez, su alocada pretensión de desconocer el Tratado Esquerra-Barcenas (1928) y contra toda evidencia aspirar a que sea declarado nulo unilateralmente.
Es decir, incurriendo cínicamente en un belicoso acto ilícito internacional. Un recurso tinterillo que, por fortuna, ha sido manejado y respondido por la cancillería colombiana sin que pueda encostrársele, en esta ocasión, esa lentitud y falta de sabiduría que hace años llevó al expresidente López a calificarnos “guasonamente” con el título de habitantes de un Tíbet Suramericano.
En la revista ‘Consigna’, en el 2003, el embajador Nicolás Salom escribió un sesudo estudio basado en opiniones ilustradas que por estas calendas toman especial actualidad tales como las de López Michelsen, Julio Londoño, Cavelier, Lozano, Gaviria, Pinzón, Salom. Se trata, entonces, de contribuir sobre este tema con el simple repaso de unos textos que están sirviendo como material de investigación en los foros que vienen adelantándose, sobre todo a nivel universitario.
Basta recordar que el mismo año de firmarse dicho Tratado, en su Preámbulo dice: “La República de Nicaragua y la República de Colombia deseosas de poner término al litigio territorial entre ellas pendiente, y de estrechar los vínculos de tradicional amistad que las unen han resuelto celebrar el presente Tratado…”
En su articulado, que es muy breve se afirma:
“La República de Colombia reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de Nicaragua sobre la Costa de Mosquitos comprendida entre el Cabo de Gracias a Dios y el río San Juan, y sobre las islas Mangle Grande y Mangle Chico, en el océano Atlántico (Great Corn Island y Little Corn Island); y la República de Nicaragua reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de Colombia sobre las islas de San Andrés, Providencia, Santa Catalina, y todas las demás islas, islotes y cayos que hacen parte de dicho Archipiélago de San Andrés”.
Además, el mismo año de su firma, el Tratado Esguerra-Barcenas fue ratificado por el Congreso de Colombia. Se hace notar que el texto aprobado no incluía todavía la aclaración de origen nicaragüense sobre el meridiano 82º, pero según consta en documentos oficiales, el Ministro Esguerra garantizó al gobierno nicaragüense que la aclaración fronteriza debidamente aceptada por el gobierno colombiano no era necesaria someterla a la consideración de nuestro Congreso. Conclusión: Confiamos en que el fallo de la Corte sea en Derecho y no ‘salomónico’.
Adenda: ¿Venezuela ha pasado a ser refugio o avanzada de las Farc?
Jorge Mario Eastman
Exministro delegatario
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