MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Juan Santiago Vélez

El campo como responsabilidad empresarial

El campo y su desarrollo son un factor fundamental para el progreso de nuestro país y el fortalecimiento económico, que tiene sus pilares en las zonas rurales.

Juan Santiago Vélez
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Juan Santiago Vélez

El campo y su desarrollo son un factor fundamental para el progreso de nuestro país y el fortalecimiento económico, que tiene sus pilares en las zonas rurales. La producción de alimentos, agua y oxígeno son esenciales para la vida –aunque parezca lógico–; sigo apreciando que para la mayoría de los colombianos estos recursos parecen inagotables y que, por derecho, se nos seguirán dando.

En mi labor de buscar alimentos para exportar, he encontrado a un campesino agotado, muy desorientado, con poca o ninguna tecnología, pesimista respecto al futuro, no muy confiado en sus dirigentes y, además, con un sentir generalizado de quien ha sido maltratado económica y mentalmente cada vez que intenta vender lo que produce, porque se lo han pagado de cualquier manera sin mediar explicación alguna.

La producción de alimentos no solo depende de la generosidad del suelo, sino de las personas que lo cultivan, de los que ponen al servicio de la tierra sus manos, su trabajo diario, y aunque he observado de cerca a algunas compañías que practican el pago justo y a tiempo, seguimos teniendo un mercado especulativo de comerciantes que, sin ningún control, pagan al precio y el día que quieren, y esas son prácticas comerciales injustas, poco equitativas, que solo han traido inconformismo y violencia.

Aunque la tierra parece una fuente inagotable, tenemos casi que una obligación y hasta un deber ciudadano de cuidarla, y respaldar a nuestros campesinos es el primer paso, ser consecuentes con el trabajo que ellos realizan podría ser el segundo, y pagando con justicia y a tiempo su producido estaríamos dando el paso más importante por el bienestar de todos.

Cuando hablamos del agua en zonas rurales, y llego nuevamente al factor humano, si no les enseñamos tecnologías limpias a nuestros campesinos para la producción, seguirán haciendo mal uso de este recurso, contaminando los ríos. Si no los orientamos sobre cómo ser más productivos, muchos de ellos, en la búsqueda de su supervivencia, solo se dedicarán a talar más áreas para ampliar sus cultivos o cambiar los que ya no producen a un nuevo lugar. Si no les mostramos cómo sembrar maderas para obtener en un futuro los materiales para sus labores agropecuarias, consumirán las nativas y con ello perjudicarán más la producción de agua y oxígeno.

Durante todos estos años de vinculación al sector agropecuario, conociendo la agroindustria, ganadería, agricultura, producción hortícola y de frutas del país, he sentido cómo se vive en el campo. Al ver y calcular cómo se produce la comida, en mi perspectiva laboral de buscar alimentos para exportar, estoy convencido de que nuestra responsabilidad empresarial es aunar esfuerzos en torno a promover las políticas de pagos justos, al uso y el emprendimiento de la tecnología como base del desarrollo, a la capacitación permanente y el entrenamiento en buenas prácticas, a la inversión en infraestructura vial, que permita la verdadera interconexión de las zonas rurales con los grandes centros de acopio, para vender lo que se produce.

Tenemos una gran desafío como colombianos, y transformar nuestra conciencia ciudadana no es suficiente. Apoyar, desde la empresa, al campesino, reconocer su valor laboral, su protagonismo en la cadena productiva y ser justos cuando se comercia con ellos, podría ser el aporte de cada uno de nosotros para consolidar una nación en paz.

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