El Ministro de Hacienda anterior supuso que la iniciativa legislativa para eliminar tres ceros al peso colombiano sería automáticamente de buen recibo y fácilmente aprobada.
El proyecto no tuvo mucha difusión. Los congresistas no consideraron evidentes los beneficios de la medida y hace casi un año la hundieron.
El Gobierno ahora ha decidido priorizarla dentro de la agenda de legislación económica.
La muy alta inflación que de forma persistente enfrentó Colombia por más de dos décadas ha tenido como efecto que $100 pesos del año 1954 sean equivalentes a $270 mil pesos actuales.
O, un millón de pesos de hoy, sean apenas el equivalente a $370 de 1954.
La vida diaria de los colombianos está llena de información numérica súper abundante y, en su gran mayoría, inútil.
Ni los centavos, ni los pesos, ni las decenas, ni las centenas, representan valor alguno.
Todo lo significativo va en millardos, billones y trillones. Lo demás es un gasto de memoria y esfuerzo innecesario que consume la atención del cerebro.
Así sea solo el largo tiempo que se emplea mientras los ojos ubican las cifras y los dígitos importantes de un texto, recibo, cuenta o extracto. Y claro, está el desperdicio en gastos de tinta, papel y memoria de computadores.
La existencia de largas series de cifras anodinas se presta para situaciones absurdas.
Los bancos deben transmitir sus reportes a la Superintendencia Financiera incluyendo cifras en centavos.
Es frecuente encontrarse presentaciones sobre empresas, negocios, reportes de inversión, precios de artículos, en unidades de pesos.
De esta manera, se oscurece la realidad, limitando el uso efectivo de la contabilidad y, en general, la capacidad para medir, calcular y realizar negocios. Desde lo más elemental hasta lo más complejo. Para ilustrar a quienes pudiesen guardar algún escepticismo sobre la importancia de la medida, tal vez porque contemplan los números como abstracciones ininteligibles, imaginemos lo que sería el equivalente en el mundo de las letras, donde el exceso de dígitos irrelevantes sería como si todas las palabras, en todos los textos, tuviesen unas cuatro o cinco letras adicionales a las que estamos habituados –letras sin sonido y significado–, pero con una forma y ortografía.
Esto disminuiría abruptamente la velocidad y comprensión de la lectura, la capacidad y velocidad de escribir, y la cultura y el aprendizaje.
Nos hemos adaptado a los cientos o miles de millones que cuesta una vivienda, a los cientos de miles de cualquier artículo y a vivir así ahogados en números que no representan valor.
Eliminar los tres ceros es una medida tan sencilla y beneficiosa para el desarrollo económico que resultaría incomprensible su postergación.
La propuesta tendría una aplicación muy fácil, dictaminando que en Colombia, a partir del 2 de enero de 2013, un peso equivaldrá a 1.000 ‘pesos antiguos’, que corresponderán a los billetes actualmente en circulación.
Los billetes de hoy se continuarán usando, siguiendo la nueva convención, y el Banco de la República los reemplazará gradualmente imprimiendo nuevos billetes con un nuevo diseño.
Luis Kleyn
Consultor empresarial