Bogotá era una pequeña villa hasta entrados los años veinte. Para ese entonces, las demás capitales latinoaméricanas tenían sorprendentes niveles de desarrollo, desde Buenos Aires y Río de Janeiro, hasta Lima y México.
Nuestra ciudad, situada en una alta planicie, escondida en la parte alta de la cordillera, está muy alejada de oceános y ríos y, por lo tanto, es de muy difícil acceso.
Trasladarse de Bogotá a la costa, que la comunicaba con el resto del mundo, demoraba varias semanas.
Todo cambió con el despegue de la aviación comercial, pasando, como solemos decirlo, de la mula al avión.
Para Bogotá y, claro, para el centro de Colombia, la importancia relativa del transporte aéreo es enorme.
Sin puerto marítimo, sin ferrocarril, con acceso a una red vial aún incipiente, el transporte aéreo está llamado a compensar, en la medida de lo posible, las falencias de los demás medios.
Adicionalmente, los avances técnicos en la aviación han sido fabulosos, reduciendo el costo del servicio de forma inimaginable. Los modelos de aerolíneas de bajo coste permiten ofrecer pasajes muy económicos, aumentando su penetración en la población y la frecuencia de sus viajes.
Y, dada la complicada geografía colombiana, frente al aéreo, el transporte terrestre es, particularmente, costoso y lento.
Con los nuevos precios de los pasajes, viajar en avión es prácticamente más barato que hacerlo en bus en todas las grandes rutas (Bogotá-Cali-Medellín-Barranquilla).
En Eldorado, se está concluyendo la construcción de una nueva terminal. Desafortunadamente, el cuello de botella se encontrará en las pistas.
Eldorado cuenta con solo la pista original y una nueva, que tiene uso parcial, para reducir el impacto del ruido sobre Fontibón. Y esto es lo primero que hay que resolver. Ni la utilización ni la expansión de Eldorado pueden estar sujetas a los intereses de los vecinos, quienes precisamente urbanizaron los potreros circundantes por los bajos costos que implicaba la cercanía con el bullicioso aeropuerto. Se requiere un ordenamiento Engativá-Fontibón-Funza que le dé preponderancia al futuro de Eldorado.
El Director de la Aerocivil, en una frase que lo hará célebre, ha dicho que “tercera pista sí, ¡pero para dentro de 20 años!”, argumentando que Heathrow, en Londres, tiene solo dos pistas.
Obviamente, esto ignora que Londres tiene otros tres grandes aeropuertos en funcionamiento, en adición a excelentes conexiones férreas, viales y hasta fluviales.
El Director argumentó también que el aeropuerto de Singapur atiende 42 millones de pasajeros al año con solo dos pistas. Bueno, Eldorado va para los 25 millones este año y el tráfico aéreo se colapsa en las horas pico, mientras los aviones sobrevuelan esperando su turno para aterrizar.
La infraestructura debe estar liderando, no respondiendo, permitiendo así mayor competencia y volumen, y menores costos. Probablemente, en adición a la tercera pista, se precisan aeropuertos independientes para aviones militares y particulares.
Por supuesto, un maravilloso aeropuerto no reemplazará la carencia de otras comunicaciones físicas hacia y desde Bogotá, pero tener un terminal aéreo de primera categoría es una meta alcanzable y con un impacto inmenso sobre el desarrollo de la ciudad y el país.
Luis Kleyn
Consultor empresarial