La segunda década del siglo XXI estuvo marcada todo el tiempo por las secuelas económicas, sociales y políticas de la llamada “Gran Recesión” ocurrida en 2007 - 2008. Este entorno internacional se caracterizó por niveles de bajo crecimiento en Europa y Estados Unidos buena parte del período y trajo un cambio fuerte en los precios de los productos básicos que vieron reducido su nivel desde 2012 para los productos agrícolas y desde el 2014 para los hidrocarburos y productos mineros, afectando los términos de intercambio de los países en desarrollo.
El gobierno de Tump introdujo una reducción importante en la tributación de los sectores de alto ingreso con la expectativa de amortiguar el crecimiento con resultados que los agentes económicos han considerado como transitoriamente positivos. De otro lado, el malestar social por los niveles de vida en muchos países ha sido un factor de violencia y de inestabilidad política en muchos países del mundo, incluidos muchos países latinoamericanos.
Colombia se vio afectada en la reducción de los ingresos del Estado, lo que exigió ajustes en el gasto público y en la estructura de tributación manteniendo niveles de gasto social en programas como Familias en Acción, pero restringiendo recursos para bienes públicos. Aun así, se mantuvo un destino creciente de recursos a educación, salud e infraestructura, que pese a sus altibajos tiene un ritmo de ejecución inferior al esperado, pero ininterrumpido.
El entorno económico, político y social ha producido en los agentes privados de sectores como agricultura, industria y fuentes energéticas, una sensación de incertidumbre en varios subperiodos: el aumento considerable en la tasa de cambio no se tradujo en mayor diversificación exportadora, ni en más exportaciones de productos agrícolas e industriales y a la postre, después de un gran ajuste, un deterioro en la balanza cambiaria. Debe destacarse el manejo que el Banco de la República ha dado a la inflación. En este contexto, los niveles de crecimiento económico han mantenido el ritmo positivo en el contexto latinoamericano, pero no suficiente para garantizar todos los requerimientos de la década venidera.
Dentro de los retos estratégicos más importantes de la nueva década frente a los resultados de la década anterior, es necesario generar condiciones de mayor crecimiento que permitan hacer frente a las mayores expectativas de igualdad de los sectores sociales y enfrentar al mismo tiempo la sostenibilidad financiera y ambiental que exige transformaciones productivas. Lo anterior requiere un consenso social y político amplio que enfrente la indeseable polarización radical y elimine la voracidad de los políticos sobre las nuevas exigencias del país.
Vale la pena enunciar como programas urgentes para el país en esta etapa la atención al desequilibrio social que genera un mal diseño en el sistema pensional, la atención especial a los proyectos productivos rurales que orienta aceradamente el Dr. Archila, y el impulso necesario a los proyectos del crecimiento verde incluyendo los relativos a energías alternativas.
Luis Alberto Zuleta J.
Consultor empresarial
zuldezub@lzuletaj.com.co