Parece una pregunta sencilla de responder, pero se trata de un concepto con posiciones diversas y sólidas en su argumentación, que dificultan asignar una nacionalidad determinada a un producto.
Para ilustrar lo difícil que es, piense en el siguiente ejemplo: un automóvil de una empresa radicada en Alemania, cuya propiedad es de japoneses, que ha sido diseñado en Italia, ensamblado en México, con partes fabricadas en Taiwán y China, ¿cuál diría usted que es su nacionalidad?
Este mismo caso se repite en muchos productos: camisas, morrales e incluso el aceite que se utiliza para cocinar, el cual puede que se refine en un país, se empaque en otro y su materia prima sea importada de varios otros.
La definición predominante en la actualidad sobre la nacionalidad de un producto está estructurada en función de las reglas de origen que rigen en el comercio internacional.
En un sentido práctico, se puede decir que las reglas de origen son los requisitos en relación con el origen y la transformación de la materia prima de una mercancía, para que sea considerada como originaria de un país, a fin de que las aduanas del mundo le liquiden los impuestos aplicables a dicha importación al amparo del tratado de libre comercio a lugar.
Así, entonces, conforme a este enfoque, un producto colombiano sería aquel que es manufacturado en Colombia sin la participación de insumo importado, o aquel que sea fabricado en Colombia principalmente con insumo nacional y en menor proporción insumo importado, siempre y cuando este surta una transformación sustancial que lo convierta en un producto terminado completamente diferente.
Esta conceptualización ha sido funcional para el comercio internacional. No obstante, se ha abierto espacio una corriente que controvierte que el origen de un producto se base en el origen o transformación del insumo.
Según esta corriente, el origen de un producto debería determinarse en función del origen del capital de la empresa que lo produce, porque este determina el destino de la utilidad indistintamente del origen del insumo o su transformación.
El iPhone, de Apple, es un caso interesante. Un iPhone en su reverso establece ‘Diseñado en California - Ensamblado en China’.
Estos teléfonos son fabricados exclusivamente por la empresa China Foxconn en una fábrica ubicada en Shenzhenal. Para producirlos, Foxconn utiliza 10% de insumo norteamericano y el 90% del insumo restante es originario de Korea, Japón y Alemania.
Cada iPhone manufacturado es importado por Apple a EE. UU. para después venderlo en el mundo en alrededor de US$600. Por cada iPhone, Foxconn recibe US$6,50, equivalentes al 1% del valor. En cambio, Apple y EE. UU. capturan el 99% del valor del iPhone. Luego, ¿es el iPhone un producto estadounidense o uno chino? ¿Qué país se beneficia de las ventas del iPhone?
Conforme a la definición de comercio internacional, es un producto chino. De acuerdo con la definición según el origen del capital, sería un producto estadounidense.
Se trata, entonces, de una discusión interesante, aún sin una solución concluyente, que resulta pertinente abordar en Colombia para reforzar o desarrollar un nuevo concepto apalancado en los aprendizajes de la globalización. ¿Qué opina usted?
Entre tanto, compre colombiano. Así se construye país entre todos.
María Lucía Castrillón
Gerente de Propaís