La industria colombiana no levanta cabeza. Según los datos del PIB, revelados por el Dane la semana pasada, mientras el conjunto de la economía creció 2 por ciento el último trimestre, el sector industrial registró una caída de 0,6 por ciento. Si se quita el efecto positivo del inicio de las operaciones de Reficar, el comportamiento del resto de la industria es aún peor, pues en lo corrido del año decrece 1,9 por ciento.
No se pueden achacar estos malos resultados a la falta de demanda, pues aunque débil sigue creciendo; en efecto, las ventas del comercio minorista crecieron 1,4 por ciento en el mismo período, es decir, que los consumidores sí compraron más, pero no productos nacionales, sino importados.
En medio del mal comportamiento del total del sector industrial, algunos subsectores están más golpeados por la competencia de las importaciones y el contrabando. Uno de ellos es el textil y confecciones, cuya producción viene en caída libre, y este año registra una disminución de cerca del 10 por ciento. De nuevo, el problema no es la falta de demanda, porque, según los datos de la encuesta del Dane al comercio minorista, las ventas de telas y prendas de vestir aumentaron 3,5 por ciento en septiembre.
El impacto de las importaciones sobre los fabricantes nacionales de telas se puede apreciar si se compara con lo que pasa en otros países. Por ejemplo, en el caso del Denim, materia prima de los jeans, en Colombia, el año pasado, se registraron legalmente importaciones por 35,6 millones de kilos. En Argentina y Brasil, países que sí cuidan sus industrias, se importaron, en el mismo periodo, 4,5 millones y 1,8 millones de kilos, respectivamente. Una razón de tan abrumadora diferencia son los aranceles para esos productos, que allá son superiores al 20 por ciento, mientras que acá, en el país de la apertura hacia adentro, son del 5 por ciento.
Otra razón es la subfacturación de importaciones, es decir, registrarlas por un valor muy inferior al precio real, bien sea por dumping de productores subsidiados en sus países, o como mecanismo para lavar dineros ilícitos. En el caso del Denim, se registran importaciones de China con un precio de 0,70 dólar/kg, cuando solo el algodón que se utiliza para fabricarlo tiene un precio internacional de 1,50 dólar/Kg.
La confección de prendas de vestir también está cayendo este año, con un enorme impacto sobre el desempleo, porque el gobierno tuvo que desmontar, a principios del año, las medidas de protección que había adoptado –un sobrearancel por kilo de producto importado–, y se demoró mucho en tomar medidas similares que no pudieran ser objetadas ante la OMC.
La demora oficial en la adopción de normas de protección es más grave en el caso de las telas, pues no solo no se han expedido todavía, sino que el solo hecho de anunciar con anticipación que se iban a tomar, indujo a los importadores a aumentar sus inventarios, acelerando sus compras en el exterior y disminuyendo, aún más, la compra de productos nacionales. Si a esto se agrega el contrabando de telas y confecciones, se entiende por qué esta industria está descosida y tardará mucho remendarla.