Al fin el partido demócrata decidió investigar a Donald Trump, iniciando así un proceso que podría llevar a su juicio político y a la posibilidad de su destitución.
Un par de años atrás ya había tenido la oportunidad de hacerlo, cuando se empezaron a conocer detalles de la participación de Rusia en las elecciones en las que él derrotó a Hillary Clinton.
En ese momento, tras un intenso debate, los líderes de la oposición decidieron no investigarlo por el doble temor a que el caso no fuera sólido, y a que el presidente terminara victimizándose y capitalizando esa ofensiva a su favor.
Ahora que los demócratas han decidido lanzarse al agua, ¿las cosas son distintas? Empecemos por la solidez del caso. A Trump se le señala de abusar de su poder presidencial para inducir a un mandatario extranjero a enlodar a Joe Biden, el candidato demócrata más fuerte y su más probable rival en las elecciones.
Todo habría ocurrido en una conversación que sostuvo Trump en junio pasado con el presidente de Ucrania, Vladimir Zelenski, cuya contenido dio a conocer la Casa Blanca el miércoles pasado.
La transcripción confirma el punto central de los señalamientos: en la conversación Trump le pidió al presidente ucraniano que investigara a Joe Biden y a su hijo Hunter, por los negocios de este último en ese país y las posibles irregularidades que lo habrían rodeado.
Convengamos que, con irregularidades o sin ellas, el solo hecho de ser objeto de una investigación por parte de un gobierno extranjero en pleno proceso electoral afectaría políticamente al candidato demócrata y le allanaría el camino hacia la reelección a Trump.
Esta información es suficientemente polémica como para alimentar el inicio de la investigación de la Cámara de Representantes. Cuando los rusos hackearon la campaña de Hillary Clinton, Trump no era presidente y no estaba claro que hubiera promovido esa interferencia extranjera.
En este caso, su participación está más que demostrada con la transcripción de esta conversación, con el agravante que lo hizo desde la posición privilegiada que da el ser presidente del país más poderoso del mundo.
Como si esta conversación fuera poca cosa, también se ha conocido que Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y ahora escudero de Trump, ya se había reunido con Zelenski en Madrid para pedirle lo mismo, a nombre del presidente.
En su defensa, Trump ha dicho que no ofreció dinero a cambio del favor que le pidió a Zelenski (cosa que confirma la conversación) y que su única motivación en todo esto es luchar contra la corrupción.
¿Hasta dónde llegará el proceso que han iniciado los demócratas? Si el proceso de investigación y acusación, en la Cámara, y el juicio, en el Senado, se desarrollan de manera rápida y contundente, el caso sin duda afectaría la candidatura de Trump.
Pero, en cambio, si el proceso es lento y tentativo, Trump lo puede convertir en el combustible que le falta para lograr su reelección, tal como lo temieron los demócratas hace un par de años.
Mauricio Reina