En el Caribe tenemos un desparpajo para decir las cosas que ya hacen parte de la literatura universal, gracias al inmortal Gabo. Para decir que un negocio es bueno o malo se puede decir, en buen ‘costeñol’, ese tocino no larga manteca o ese tocino si larga manteca.
Por esos gajes del oficio, me enteré, sin querer queriendo, que el dominio .CO, por el cual se armó una alharaca para que fuera propiedad del Estado colombiano y fuera un dominio de primer nivel que identificara a Colombia, ya no está en manos de los colombianos. Pero no se preocupen, sigue siendo propiedad de nuestro país, pero lo está administrando y usufructuando un fondo de inversiones privado de Estado Unidos. Y algo que debería estar rentando al MinTIC le permitió a un perspicaz joven convertirse en millonario, de manera temprana, con un simple chasquear de los dedos.
El dominio .CO fue, inicialmente, adjudicado a finales del 2009 a una empresa de capital 99 por ciento colombiano y 1 por ciento extranjero. En ese momento, el concesionario ganó la licitación, en parte, porque el componente nacional de su composición accionaria puntuaba en la selección. Unos años después, en el 2014, en medio de extrañas circunstancias, el 99 por ciento del capital colombiano fue vendido a una empresa de Estados Unidos, NeuStar Fund.
Esta venta fue ilegal, pues el contrato expresamente indicaba que no se permitían cambios de composición accionaria antes de que transcurrieran cinco años del contrato. La venta del dominio se hizo antes de lo indicado por esa cláusula de la concesión. Igualmente, extraño es que no exista ningún informe de interventoría sobre este contrato. Nadie sabe, nadie supo. Y lo peor es que de un potencial de más de cinco millones de dominios, a la fecha han vendido menos de dos millones, pero eso no fue problema para que Juan Diego Calle vendiera su participación a Neustar Fund en la bicoca de 109 millones de dólares.
Hoy el dominio .CO le pertenece contractualmente a un fondo de capital privado ubicado en Estados Unidos, como ya lo mencioné. Es uno de muchos activos, y en esa sopa ha perdido toda la relevancia que amerita el recurso más importante de internet de Colombia. Muestra de esto es la mínima, o hasta inexistente, presencia del dominio .CO en el país. La promoción de este es nula. Casi cero, y el dominio dejó de crecer. Suena mal y el Ministerio debe actuar al respecto.
Bien hizo Andrea Codina Ruiz, en titular su trabajo de grado para optar al título de mágister en Derecho Administrativo, de la Facultad de Derecho de la Universidad Militar Nueva Granada ‘El dominio .co un bien de interes público o un negocio’. Dicho trabajo hace un repaso acerca de todos esos bienes intangibles que ha traído la era de internet y la necesidad de regular y administrar la nomenclatura para transitar por las autopistas de la información y el conocimiento a cuyas rutas más importantes las han denominado dominios de primer nivel del cual hasta el año pasado había menos de 80 a nivel mundial. Esos son los .com, los .gov, los .edu. los .org y ahí está el .CO, que identifica a los sitios colombianos, logro que se dio después de una larga discusión con el Icann (por sus sigla en inglés) o Corporación para la Asignación de Nombres y Números en Internet, organización sin animo de lucro, que es la encargada y autorizada por todos los países del mundo para otorgar “el sistema de nombres de dominio o DNS, que es una herramienta o protocolo que permite el acceso fácil de los usuarios o cibernautas a la red de redes, porque en realidad las direcciones IP son un conjunto de números difíciles de memorizar que usualmente contienen más de cinco combinaciones de números separados entre sí por puntos, como 142,56,42,01,88. Entonces, a través del sistema se representan esos dominios o direcciones IP con letras o nombres que son de más fácil recordación para los usuarios de la red a través de un software alfanumérico; dichas combinaciones son parecidas a signos o nombres conocidos o perceptibles por un gran grupo de seres humanos por ejemplo .CO” (del trabajo de grado mencionado).
Es hora de recuperar el control de la asignación de los dominios .CO con un concesionario que le invierta a la promoción y que le dé al país lo que se merece. ¿Cómo así que la concesión actual solo paga el 7 por ciento de un negocio que no tiene, prácticamente, ningún gasto?
Juan Diego Calle se convirtió en millonario gracias a su visión, pero no debería ser a costillas de un bien de propiedad pública que debería estar rentando para financiar programas sociales de conectividad en el país, por ejemplo.
Como diríamos en la Costa Caribe: “Vee, Juan Diego, ese tocino sí largó buena manteca”.